El pasado 1.° de mayo, la Asamblea Legislativa pudo haber hecho historia al nombrar a su tercera presidenta legislativa en 67 años de vida parlamentaria. La última mujer que presidió el Primer Poder de la República fue Rina Contreras López, del Partido Unidad Social Cristiana, hace 15 años.
En este 2016, el Partido Acción Ciudadana (PAC) me dio el honor de nombrarme su candidata a la presidencia legislativa. Mi candidatura, sumada a la elección de Laura Garro Sánchez como jefa de fracción del PAC para el periodo 2016-2017, buscaba enviar un mensaje a favor de la lucha, tanto de mujeres como de hombres, por la equidad de género, así como hacer un llamado al diálogo y a la búsqueda de acuerdos entre todas las fracciones del Parlamento para legislar a favor de las principales demandas del país.
Al final, no se pudo obtener la presidencia tras tres rondas reñidas de votación, y en la última ronda, con el apoyo implícito de los ochos votos en blanco del PUSC, Antonio Álvarez Desanti, del PLN, sobrepasó los 29 votos necesarios para la elección.
Don Antonio se ha sumado, junto con otros diputados, a la defensa de los derechos humanos y la agenda progresista de este país, por lo cual esperamos que su presidencia impulse a Costa Rica a la altura de nuestros tiempos.
A pesar de que no hemos logrado que el Directorio legislativo sea presidido por una representante del 51% de la población de Costa Rica, género que se encuentra subrepresentado en el propio Parlamento al haber 20 diputadas mujeres del total de 57 congresistas, la lucha por la equidad de género debe trascender la elección legislativa del 1.° de mayo.
Cambio de mentalidad. Necesitamos cortar de raíz esa noción perjudicial que les han inculcado a nuestras niñas, y todavía les siguen inculcando en algunos hogares, de que su lugar en la sociedad es el de ser segundas; que su rol como mujeres es secundario o, aún peor, que son la costilla del hombre y, por ende, deben ser solamente un apoyo, y no protagonistas de su propia historia.
Debemos erradicar los comentarios discriminatorios o autodenigrantes, no solo por parte de hombres sino de las mismas mujeres, como el expresado por una diputada el mismo 1.° de mayo, quien afirmaba que para una mujer ser diputada es un “privilegio”, en vez de un derecho.
La lucha por la equidad de género, contrario al desconocimiento de ciertos sectores al respecto, se trata, en resumidas cuentas, de que las mujeres contemos con las mismas oportunidades que los hombres. Entender, de una vez por todas, que las diferencias entre hombres y mujeres son biológicas porque somos iguales en capacidades laborales e intelectuales.
Por ejemplo, mientras un hombre capaz y preparado consigue fácilmente un puesto laboral con un salario digno, una mujer, también capaz y preparada, debe de esforzarse el doble o el triple para obtener lo mismo. A igualdad de capacidades debe haber igualdad de oportunidades.
Grupo organizado. Esa ha sido, precisamente, nuestra lucha desde la Asamblea Legislativa con la conformación, desde febrero del año pasado, del Grupo Parlamentario de Mujeres Diputadas, el cual agrupa a las legisladoras, con el fin de promover iniciativas que garanticen la equidad de género, espacios de participación y toma de decisiones, así como la erradicación de la violencia contra las mujeres.
Incluso, en dicho grupo asumimos un compromiso el 18 de abril del presente año, firmado por diputados de todas las fracciones legislativas, de presentar e impulsar a una candidata mujer para liderar la Asamblea Legislativa.
Sin embargo, la llamada “línea de partido” imperó, en ciertas fracciones legislativas, por encima de la conciencia de género de algunos legisladores, influyendo en los resultados y, por lo tanto, ganándole la batalla al esfuerzo por contar con un Directorio legislativo multipartidista, liderado por una diputada.
No obstante, aunque no se haya logrado hacer historia para una población que ha carecido históricamente de una representación política adecuada (sea por falta de oportunidades o por creencias discriminatorias que aún persisten), la lucha por la equidad de género, por los derechos de las mujeres y por el empoderamiento de nuestras niñas y adolescentes debe continuar; no solo en los poderes supremos, sino en las aulas y, sobre todo, en la intimidad de los hogares.
La autora es diputada del PAC.