Si Augusto de la Torre se hubiera acercado al Banco Central antes de su disertación, se habría ahorrado errores estadísticos y de fondo sobre las políticas monetaria y cambiaria. Debió haberlo hecho, hasta por cortesía, pero primó más su deseo de acomodar la sesgada visión de su anfitriona, la Uccaep, ávida de descalificar al Banco Central.
El primer equívoco es presumir que el BCCR tiene dos objetivos de igual jerarquía: controlar la inflación y evitar la apreciación cambiaria. No es cierto. El objetivo primordial del Banco Central es solo uno, combatir la inflación; cualquier otro resulta secundario. Por perseguir una política cambiaria determinada o complaciente, no debe permitir que la inflación se le vaya de las manos.
El segundo es que, según él, “no hay una comunicación transparente entre el BCCR y la sociedad costarricense”. Evidentemente, no entró en el sitio oficial para constatar las múltiples informaciones dirigidas al país, todas con absoluta transparencia, ni indagó sobre las tantas ocasiones en que ha recibido a distintos sectores.
La verdad debe ser dicha: no es falta de comunicación, sino que los destinatarios no aceptan sus razones y quieren cambiarlas a su antojo. Y eso conduce al tercer error: presumir que “comunicar” significa “transar o negociar” las políticas monetaria o cambiaria. El BCCR es una institución de derecho público cuyos fines están claramente establecidos en la ley. Y la ley no se negocia; se cumple.
Si el mandato es una inflación baja y estable, mal haría en negociarla por otra distinta, en detrimento de su fin esencial. Incurriría en incumplimiento de deberes y sus funcionarios podrían cometer un delito.
¿Misterio? Afirma que la política monetaria del BCCR es “misteriosa”. De nuevo, le faltó ser más acucioso. Misterio es, por definición, “algo secreto, oculto, recóndito o reservado”, y el BCCR, por el contrario, no oculta ni se reserva nada. Sus actas están disponibles al público que las solicite y sus decisiones están en la web. Las reuniones para decidir la tasa de política monetaria (TPM) y la correspondiente justificación se realizan ocho veces al año, al igual que en la Fed, con un calendario asequible en su sitio web.
En cada una de ellas se fija la política monetaria con esclarecedor detalle. En la última, celebrada el 18 de enero pasado (n.° 01-2024), dijo expresamente: “La Junta Directiva continuará la senda hacia la neutralidad de la política monetaria a mediano plazo, siempre y cuando las circunstancias lo permitan. Los cambios en la TPM han de ser graduales y prudentes, de manera que sea posible reaccionar oportunamente y en la dirección que corresponda, si las condiciones macroeconómicas y la valoración de los riesgos así lo requieren”. Insistir en que la TPM baje más rápidamente, y no al ritmo del BCCR, no la convierte en misteriosa.
Mercado internacional
También observo otra debilidad: ausencia de referencia a las altas tasas de interés que aún priman en el mercado internacional y su impacto en el ahorro interno y fugas de capital. La Fed y el BCE han dicho claramente que el retorno a una política monetaria neutra se hará pausadamente, hasta consolidar la inflación alrededor de la meta (un 2 %).
En una economía pequeña y abierta, como la nuestra, esa realidad no se debe ignorar; mientras persista, el tránsito hacia la neutralidad también habrá de ser cuidadoso en Costa Rica.
Conviene actualizarse sobre las supuestas brechas de retorno (premio por ahorrar en colones), a los que atribuye la apreciación del colón (caída del tipo de cambio). La prima por invertir en colones dejó de ser positiva en mayo del 2023, conforme venía bajando la TPM.
El BCCR tuvo que subir sus tasas para combatir la inflación, pero, luego, las ha bajado por el éxito en su política primordial, y ya no es rentable traer dólares, cambiarlos a colones e invertir en moneda nacional, pues la tasa es comparativamente menor a la que podría obtener en EE. UU. La tasa de política monetaria de la Fed es un 5,50 % anual, y las expectativas de que el tipo de cambio en Costa Rica siga cayendo por ese motivo no son tan claras.
Apreciación del colón
En materia cambiaria, observo diferencias de fondo. Su tesis, no suficientemente comprobada estadísticamente, es que la apreciación del colón se debe fundamentalmente a la alta tasa de política monetaria (TPM). Los técnicos del BCCR sostienen una tesis muy distinta. Afirman que no hay evidencias de que las entradas de capital financiero o especulativo sean las causantes de la apreciación.
Más bien, responde a cambios estructurales ocurridos en los últimos años, reflejados con más intensidad tras la pandemia. El auge exportador, el turismo y las entradas de capital privado son, principalmente, los responsables de la apreciación. Simplemente, hay más dólares que antes (oferta y demanda) y la respuesta de todo mercado ágil es ajustar el precio, como corresponde.
También ha influido el financiamiento externo, el equilibrio fiscal y los nuevos índices de mayor confianza en nuestra macroeconomía. Ignorar estos factores revela insuficiente análisis de causa y efecto.
La evidencia más palmaria es que antes, para financiar la cuenta corriente de la balanza de pagos, se necesitaban entradas de capital fijo por el equivalente al 6 % del PIB, pero ya no. Ahora solo se requiere un 2 % del PIB y siguen entrando capitales de inversión directa (flujos sostenidos en el tiempo) por los mismos 6 % del PIB. ¿A dónde se va el excedente? Al mercado cambiario, desde luego, y eso provoca ajustes en el valor del colón.
También discrepo de la necesidad de establecer nuevas “reglas de intervención”. Tales reglas no deben surgir de negociaciones, sino de la ley, como las ya existentes, que fueron avaladas por la Sala Constitucional en su oportunidad.
Conforme a ellas, el Banco Central debe permitir que el mercado fije la tasa de equilibrio cambiario, y que solo intervenga para evitar o moderar “oscilaciones violentas”. Ese concepto ha sido interpretado en la práctica para identificar movimientos abruptos que aparten las cotizaciones de la tendencia cambiaria a mediano y largo plazo. Pero ir más allá sería alertar a los especuladores para que puedan especular. En eso, el BCCR ha sido muy firme en el pasado y no veo suficientes razones para variar de criterio.
Cualquier observador objetivo podrá constatar que el BCCR ha establecido claramente su política monetaria mediante decisiones de su Junta Directiva, visibles en su sitio web.
A pesar de la presión que ha debido soportar, no hay razones para descontinuarla, a menos que surjan eventos de carácter interno o externo que ameriten una reconsideración. Una vez concluida la transición hacia una TPM neutra, el tipo de cambio será, de nuevo, el que determine el mercado, no el resultante de decisiones unilaterales del BCCR ni, mucho menos, otro distinto acordado con sectores interesados. Esta es mi visión muy personal.
El autor es abogado y economista.
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