El fin de semana pasado vivimos una experiencia desagradable en playa Grande, Tamarindo. Un grupo de monos congos trataban de cruzar la calle a través de las ramas de los árboles. Había un grupo de turistas, nacionales y extranjeros, que miraban con asombro la belleza de los primates presentes en un área donde la infraestructura turística es enorme.
Todo iba muy bien hasta que un mono juvenil se colgó de un cable primario y se electrocutó. Todos los miembros de su tropa empezaron a chillar con desesperación, lo que provocó histeria también a los turistas, quienes preguntaban a gritos si alguien podía hacer algo.
Como era previsible, nadie pudo ayudarlo y el animal cayó achicharrado en la calle. Este es un problema que tiene varios años sin solución en la península de Nicoya, particularmente en zonas costeras como Tamarindo, Avellanas, Ocotal, playa Hermosa y Santa Teresa, donde es usual que este tipo de situaciones se presenten a vista y paciencia de las autoridades del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae) y de Coopeguanacaste, compañía responsable de la distribución de electricidad en la región.
La organización no gubernamental SalveMonos, que tiene más de 15 años de denunciar y atender a los primates afectados, reporta, en promedio, una electrocución diaria, y ha habido casos en los que hasta seis individuos mueren al mismo tiempo. Del 2011 a la fecha, 526 monos han sido víctimas de descargas eléctricas, 487 de los cuales murieron.
La pérdida de nuestros primates por electrocución genera un impacto en las tropas de monos, pues afecta una estructura y composición que tarda años en conformarse, y los obliga a originar nuevas jerarquías.
Los animales quedan colgados durante varios días en las líneas eléctricas supurando fluidos, con la consecuente emanación de malos olores en el proceso de descomposición, lo cual también pone en riesgo a los pobladores de la zona y deteriora la imagen como país protector de nuestra fauna.
Imaginen la impresión que causa ver a uno de estos animales recibir voltajes que van desde los 120 hasta los 14.000 voltios, que causan quemaduras de primero, segundo y tercer grado, además de la amputación de extremidades y cola debido a la entrada y salida de la electricidad.
Actuar para ayudar. Hemos leído muchas quejas en las redes sociales, principalmente de turistas y residentes locales, que muestran fotos de la situación, sin que hasta el momento haya sido posible solucionar el problema.
Sí, está pasando en el país verde, el país de las áreas protegidas, el país de la protección de los recursos naturales, el país del ecoturismo. No hay una respuesta firme que dé soluciones a este problema. A nosotros nos produce dolor que las instituciones públicas no sean consecuentes con lo que pregona el país sobre su compromiso de conservación de los recursos naturales. Entonces, ¿qué hacer?
A la empresa proveedora de electricidad le es posible evitar la electrocución de primates mediante la poda preventiva y el uso de cable aislante y dispositivos de seguridad en transformadores en puntos calientes ya detectados.
Los pobladores pueden presentar la denuncia en el el sitio web del Minae creado para este fin. Lo hallarán escribiendo en el buscador las siglas del Sistema Integrado de Trámite y Atención de Denuncias Ambientales: Sitada (http://www.sitada.go.cr/denunciaspublico/).
Deben indicar el número de poste o postes donde sucedió el evento, lo que ayudará a que las autoridades asuman su responsabilidad y brinden repuestas por la vía judicial.
Exigimos que los funcionarios de ambas instituciones actúen. Solicitamos con vehemencia y firmeza respuesta y reacción inmediatas del Minae y de Coopeguanacaste para impedir que situaciones similares se sigan presentando. No es de humanos que nuestros primates se electrocuten.
Ronald Sánchez Porras es académico jubilado de la UCR e investigador sobre manejo de vida silvestre.
Eduardo Carrillo Jiménez es profesor en la UNA e investigador sobre manejo y conservación de vida silvestre.