Las vacunas constituyen la principal herramienta para prevenir enfermedades y son mayormente utilizadas por los médicos pediatras. Su éxito es de tal magnitud que algunos opinan que son “víctimas de su éxito”.
Costa Rica es reconocida como uno de los países latinoamericanos con los mejores índices de vacunación gracias al Ministerio de Salud —que supo ejecutar las recomendaciones y los cambios cuando fueron necesarios—, a un sistema de salud eficiente y a una población educada.
En las últimas décadas, las vacunas erradicaron la viruela y redujeron los casos de hepatitis A, difteria, tétanos y polio. Más recientemente, grupos de investigadores demostraron que la vacunación contra la hepatitis B, en las primeras horas después del nacimiento, disminuye en forma formidable la transmisión del virus de la madre al hijo, lo cual redujo los casos de hepatitis B crónica, cirrosis y el adenocarcinoma de hígado.
La introducción de la inoculación contra el Haemophilus influenzae tipo B (Hib) mermó considerablemente los casos de meningitis bacteriana. Cabe recordar que antes de la incorporación de esta vacuna al esquema básico de inmunización de Costa Rica, el Hospital Nacional de Niños atendía, en promedio, 150 pacientes por esta causa, mientras en la actualidad los números apenas alcanzan un dígito. Lo mismo pasa con respecto a las infecciones por neumococo y varicela, rubéola congénita, sarampión o las paperas, y es muy probable que, a mediano plazo y producto de la introducción de la vacuna contra el papilomavirus, experimentemos una significativa baja en el número de mujeres con cáncer de cérvix.
Es conocido que después de los 50 años de edad el sistema inmunitario sufre varios cambios, producto del desgaste propio de los años, y llega a parecerse, en cierta forma, al sistema inmaduro de los niños. Sin embargo, según muchos estudios clínicos, el sistema inmunitario del adulto responde a los estímulos de las vacunas, y es así como en los últimos años hemos experimentado un incremento considerable en estudios clínicos con vacunas que prueban la seguridad y la respuesta inmunitaria de la inoculación en los mayores de 50 años.
Producto de esos estudios, el esquema de vacunación de los adultos cambió en la pasada década, y es muy probable que en los próximos años se incluyan nuevas vacunas que en este momento se encuentran en fase de investigación clínica. Además de los tradicionales refuerzos contra el virus de la influenza y la DT, el esquema de los adultos tiene ya contra neumococo y el virus herpes zóster.
Estas dos últimas refuerzan la inmunidad contra enfermedades causantes de muchas muertes o que desmejoran la calidad de vida. Omito a propósito discutir la vacunación contra la covid-19, pues en este momento los estudios sobre la duración de la protección luego de la vacunación primaria y los refuerzos no han sido publicados y se desconoce a ciencia cierta cuál va a ser el patrón epidemiológico de las infecciones.
Me parece que Costa Rica dispone de los elementos necesarios para ser pionera en América Latina en la vacunación de mayores de 50 años. Esto debería ser un compromiso moral para con ellos.
El autor es pediatra infectólogo.