¿Qué hacer ante la certeza de que hemos calentado el planeta a niveles irreversibles? El mes de julio del 2023 fue el más caluroso experimentado por la humanidad desde que hay registros. ¿Es demasiado tarde ya? ¿Podremos sobrevivir? Estas son preguntas sombrías, pero válidas. Son interrogantes que invaden la cabeza de quienes escuchamos a diario de incendios masivos, muertes súbitas por calor, o de lugares inhabitables debido a la temperatura.
La reciente declaración del secretario general de la ONU que da fin a la era del calentamiento porque comienza la era de la “ebullición” global podría generar más ansiedad climática, es decir, “la angustia emocional, mental o somática intensificada en respuesta a cambios peligrosos en el sistema climático”. Esta ansiedad conlleva el riesgo de la inacción por desesperación, lo cual sería catastrófico.
El raciocinio nos obliga a comparar las acciones individuales con lo inmenso de la tarea y nos vuelve personas escépticas. ¿Vale la pena hacer algo si todo parece perdido?
El periodista y activista británico George Monbiot advertía este año sobre la fallida retórica del incrementalismo en la lucha contra el cambio climático. La resumía como una teoría de cambio que considera demasiado complicado tratar de variar el sistema.
“Haremos campañas, tema por tema, sector por sector, para lograr mejoras graduales, y después de años de persistencia, las pequeñas peticiones se sumarán al cambio integral que buscamos y lograremos el mundo que queremos”. El lenguaje utilizado por el secretario general demuestra que ya pasó el momento de creer en un incrementalismo ingenuo e ilusorio.
La filosofía estoica puede darnos claves para enfrentar la angustia climática y la parálisis por desesperación. El estoicismo recomienda responder con las virtudes de coraje, disciplina, justicia y sabiduría a lo que no podemos controlar. A continuación, algunos ejemplos de cómo operar estas virtudes:
Coraje
Seamos contundentes. Comencemos con sepultar la idea de los hidrocarburos como forma de reactivar la economía. Es el momento de declarar a Costa Rica libre de exploración petrolera, tal como propone el diputado oficialista Manuel Morales en su proyecto de ley. Esperamos que muy rápidamente las diputaciones que comparten la ansiedad climática voten el proyecto de dos páginas con un fin muy claro: salvarnos.
Disciplina
Cuando un 37 % de las emisiones del país provienen del transporte y este aún se moviliza con combustibles fósiles, requerimos disciplina para cambiar esta dieta. Hay que apoyar las iniciativas por una rápida transición hacia la electrificación del transporte público en las ciudades. Si se dan las condiciones de crédito idóneas para que empresas concesionarias de transporte público adquieran buses y taxis eléctricos en condiciones óptimas, reduciremos de golpe las emisiones totales.
Esto amerita participación y negociación de empresas concesionarias, generadoras de electricidad, entidades financieras, entes públicos reguladores y el liderazgo del gobierno. Disciplinémonos para acelerar el proceso.
Justicia
El impacto del cambio climático afecta a mujeres y hombres de manera diferente a causa de las desigualdades históricas que se agudizaron por la pandemia de covid-19. Las mujeres tienen el potencial para que empresas nuevas e innovadoras crezcan y transformen sus comunidades por medio de prácticas climáticamente inteligentes y que contribuyan a la cohesión social.
Por ello, es imperativo invertir en opciones de cuidado en zonas de mayor vulnerabilidad que faciliten a las mujeres participar en actividades económicas emergentes y en la toma de decisión climática.
El Plan de Acción Nacional sobre Igualdad de Género para acelerar la Acción Climática, recientemente decretado de interés público por el gobierno, es un paso en la dirección correcta.
Sabiduría
Frente a los riesgos de parálisis por desesperación y angustia climática, la humanidad necesita creer de nuevo en su capacidad de resiliencia. El mundo mira siempre a Costa Rica como la vanguardia ambiental. Es una responsabilidad de este país dar pasos firmes para enterrar para siempre la economía de hidrocarburos, ¡hoy en casa, mañana en todo el planeta!
Demostremos con una rápida reducción de emisiones mediante la transición hacia el transporte eléctrico y con justicia climática feminista que si Costa Rica puede, el mundo también.
¡Atrevámonos a pensar que el mejor futuro aún está por llegar, si esa es nuestra decisión!
José Vicente Troya Rodríguez es representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Costa Rica y Kifah Sasa Marín es representante residente adjunto.