Reavivar la producción nacional es impostergable. Examinada desde diversos ángulos y sectores, han obviado dos aspectos esencialmente ventajosos para Costa Rica: la rica biodiversidad y el calificado talento humano formado en el área bio, señalados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en su informe sobre innovación.
Este desenfoque estratégico se acentúa debido a varias acciones, entre ellas, promover la industria básicamente de manufactura, la cual, aunque avanzada, incorpora poco o nada el componente de investigación y desarrollo. Tal énfasis fomenta la dependencia tecnológica y la subutilización de valiosos profesionales, quienes optan por migrar a naciones donde son reconocidas su excelente capacidad y formación.
Un escollo más es reducir la ciencia y la tecnología a las tecnologías de información (TI), lo cual es reforzado al resaltar esas disciplinas como las únicas participantes en la denominada cuarta revolución industrial o industria 4.0, ignorando por completo el papel protagónico del campo biotecnológico en esta nueva era.
Es pertinente valorar el protagonismo de la digitalización en la vida moderna; sin embargo, esta materia per se no resuelve los problemas estructurales de Costa Rica, simplemente los evidencia. Por ello, se necesitan cambios de mentalidad y acción en los actores políticos, sociales y económicos hacia el empleo de la bioindustria como uno de los motores del progreso. Veamos dos posibles opciones en este sentido.
Bioeconomía. Una extraordinaria oportunidad es la Estrategia de Bioeconomía Costarricense, cuya presentación está prevista para finales de año y cuenta con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el gobierno alemán y un conjunto de instituciones nacionales.
La propuesta contiene los ejes de bioeconomía para el desarrollo rural, biodiversidad y desarrollo, biorrefinería de desechos, bioeconomía avanzada y bioeconomía urbana. Contempla la creación masiva de pymes, la promoción de múltiples productos y servicios en toda nuestra geografía utilizando recursos biológicos.
La iniciativa es interesante, pero va rumbo a chocar con los reglamentos de la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (Conagebio). Sobre cuyas normas la misma Contraloría General de República ha indicado incongruencia con “los principios de eficiencia, eficacia, simplicidad y celeridad”.
Naturalmente, los bienes que se generarían (enzimas, nuevos materiales de construcción y empaques, por citar algunos) tendrán una constitución orgánica y, por ende, mucho carbono.
Lo anterior demuestra lo parcialmente inadecuado del término descarbonización de la economía al referirse en parte solo a la eliminación de emisiones de carbono y no contempla la enorme cantidad de otros usos de ese elemento químico.
Biomedicina. Otro sector idóneo para reactivar las finanzas e impulsar el desarrollo socioeconómico y científico-tecnológico es la biomedicina, pues existen múltiples posibilidades gracias al personal altamente capacitado, una aceptable infraestructura de investigación y un ejemplar sistema de salud regional.
El avance en este campo es frenado por la visión, la reglamentación y la legislación añejas. Prueba de lo anterior es la Ley General de Salud, que excluyó, sin tomar en cuenta los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a los biólogos, los genetistas moleculares y los biotecnólogos de los profesionales en ese campo.
Con esa sola omisión, dejó a nuestro país en una posición de franca desventaja internacional, pues priva a graduados suficientemente competentes en Biotecnología de ejercer profesionalmente en el área de la salud. Esto propicia rezagos estatales, académicos y empresariales, dada la tendencia de las sociedades industrializadas a establecer laboratorios de ciencias de la salud, cuya conformación sea multi e interdisciplinaria.
En suma, la biotecnología nos ayudaría a salir de la crisis fiscal y a progresar, como exitosamente lo han hecho Dinamarca y Singapur, naciones con una limitada extensión territorial y poca población, pero abundantes en perspectiva, coraje y decisión.
Aquí, no parecemos captar el frenético ritmo de las transformaciones globales. ¡El mundo no está obligado a esperar a que nos percatemos de nuestra obnubilada lectura de la realidad!
El autor es investigador del Centro de Investigación en Biotecnología del Instituto Tecnológico de Costa Rica.