El doble tracción para recorrer caminos de gran incertidumbre es el sensemaking o la capacidad de dar sentido.
Los 4x4 no siempre consiguen salir de los grandes barriales; sin embargo, hay más probabilidades de salir adelante que con un auto menos equipado.
Karl Weick, de la Universidad de Michigan, introdujo el sensemaking en el mundo de los negocios y de las organizaciones hace unos 25 años, concepto que cobra gran relevancia durante la pandemia del nuevo coronavirus.
El sensemaking, comenta Deborah Ancona, profesora de Liderazgo en el Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT, por sus siglas en inglés), es “una articulación de lo desconocido, pues muchas veces el tratar de explicar lo desconocido es la única forma de saber cuánto entendemos de él”.
Pocas empresas y personas en el mundo estaban preparadas para la pandemia. Para la inmensa mayoría no ha quedado más que enfrentarse a lo extraño e intentar dar sentido a unas circunstancias insólitas.
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Otras destrezas. El sensemaking requiere habilidades distintas a las que solemos recurrir cuando se cuenta con una información adecuada.
Un grupo de soldados no italianos se perdió en los Alpes hace unos años durante una maniobra militar. El intenso frío empezó a congelarlos y, además, cayó una tormenta de nieve. Buscaron refugio detrás de unas piedras sin saber qué hacer.
Mientras deliberaban, uno de ellos encontró en la mochila un mapa y, en plena tormenta, trataron de leer el mapa, reconocer el lugar y reemprender la marcha, pues era la única posibilidad de sobrevivir que les quedaba.
Al poco tiempo llegaron a su campamento. Una vez a salvo, el encargado de las maniobras les preguntó cómo hicieron, y le enseñaron el mapa que los salvó.
Se sorprendieron todos al ver el mapa con una luz adecuada, porque este resultó ser de los Pirineos y no de los Alpes… Un mapa equivocado les había devuelto la esperanza, los ayudó a ponerse en marcha y lograron sobrevivir.
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Moverse. Ante la incertidumbre, lo primordial es no quedar paralizado. Lo que no se mueve en circunstancias de incertidumbre muere con facilidad.
Muchos comparan la capacidad de dar sentido a no paralizarse ante el miedo, primero, y luego dibujar un “mapa” de las circunstancias, al principio muy borroso y poco exacto, sin estar seguros de que ese camino es el correcto, pero ofrece esperanza y un mínimo de entendimiento para construir a partir de ahí.
El espacio, a veces un precipicio, entre el viejo y acostumbrado modo de funcionar, y la nueva situación, indescifrable al principio, no lo llena el hacer lo mismo de siempre.
En las empresas, instituciones o gobiernos debe crearse inteligencia colectiva y empezar todos a generar ideas que se transformarán en acciones concretas para salir del agujero en el cual se ha caído por circunstancias externas inesperadas.
El papel clave lo desempeñan los mandos medios, acostumbrados a descifrar lo que quieren los cargos de dirección, que muchas veces no son tan claros ni invierten lo suficiente en su formación y esperan mucho de ellos.
A los directivos acostumbrados a no escuchar a sus mandos medios les resultará difícil sobrevivir en tiempos de gran incertidumbre.
Dar sentido surge en sus fases más difíciles por medio de prueba y error. Existen algunos modelos que ayudan a avanzar aun en arena movediza, por ejemplo el modelo de cynefin (hábitat, en galés) desarrollado por Snowden, investigador que lleva años estudiando la forma de dar sentido en las empresas; el modelo de liderazgo de cuatro capacidades, desarrollado en el MIT; y el modelo de Humantific, especializada en innovación y cambio en organizaciones, entre otros.
La pandemia de covid-19 exige que, frente al futuro incierto que vivimos, saquemos lo mejor de nosotros mismos, y esto se refuerza con la capacidad de un adecuado sensemaking.
El autor es ingeniero industrial.