La Universidad de Costa Rica cumple 80 años de ser una fuerza de cohesión en nuestro país. En la coyuntura en la que conmemoramos este significativo aniversario, nos sentimos próximos y cercanos con la misma fuerza, aun con distanciamiento físico, pues sabemos que lo hacemos por solidaridad social. La comunidad universitaria ha surgido con resiliencia y determinación.
Somos UCR todos los estudiantes, egresados, funcionarios, jubilados, colaboradores y todas aquellas personas cuya memoria honramos con afecto y aprecio, quienes contribuyeron a construir la institución que hoy es benemérita de la patria, y con orgullo se coloca entre las mejor valoradas por la población en nuestro país.
LEA MÁS: La primera Universidad de Costa Rica
En sus campus se gestaron significativos movimientos transformadores de la cultura y el desarrollo democrático. Ochenta años traen a nuestra institución la madurez y la experiencia que respaldan la calidad de la educación superior pública de múltiples generaciones, la pertinencia de miles de investigaciones y el impacto del trabajo en comunidad con alcance nacional.
A la luz de la creación de nuestra universidad, en 1940, es imperativo reconocer que este es un proceso de continuo crecimiento, acompañado del apoyo de muchas personas e instituciones.
Esfuerzo y mérito. El aislamiento nunca es una visión universitaria, y los múltiples logros que podemos mencionar hoy son producto de un esfuerzo y un mérito compartidos con la sociedad.
No podríamos imaginarnos a Costa Rica sin la universidad que lleva su nombre, y el contingente de profesionales que se han sumado a brindar aportes al desarrollo para retribuir este esfuerzo en todas las áreas del conocimiento.
LEA MÁS: Invertir en conocimiento es la mejor respuesta a las crisis
Tampoco podríamos imaginarnos una universidad como la nuestra sin la profunda vinculación que tiene con todos los sectores de la sociedad.
Aunque no podría citarlos todos, es imposible obviar el aporte de los Estudios Generales a la sensibilización de decenas de generaciones de estudiantes para entender los problemas nacionales y fortalecer su formación humanística.
Desde las artes, miles de comunidades también han alentado su reflexión, crítica y sensibilidad mediante estímulos plásticos, corporales, lingüísticos y sonoros, y grandes contribuciones a la cultura se hacen a través del desarrollo de las letras, la filosofía y la lingüística en el país.
Las que a simple vista se ven como pequeñas semillas son producto de innovaciones pensadas desde las ciencias agroalimentarias para fortalecer la producción e industria nacionales.
La evidencia científica generada por las ciencias básicas permite una mejor comprensión de nuestro entorno, e incluso el fortalecimiento de acciones para la conservación que hoy son marca país.
Asimismo, las ingenierías aportan en ámbitos como red vial, comunicaciones, energía, edificaciones, industria, producción de bienes y alimentos, software y diseño estructural.
Las ciencias sociales y las ciencias económicas contribuyen a una mejor comprensión de la historia de nuestro país, de los conflictos sociales que en estas décadas han polarizado a la nación, e incluso con capacitación y elaboración de la política pública nacional.
Además, somos formadores de formadores gracias al área especializada en educación que siguió el legado desde sus orígenes en Costa Rica, y el moderno régimen jurídico prevalente se forjó a través de múltiples juristas, quienes contribuyeron desde la academia.
No puedo dejar de mencionar los inestimables aportes a la salud pública nacional y a la mejora de la esperanza de vida, al punto que celebramos la producción de medicamentos y sueros que podrían ayudarnos a perseverar en esta pandemia.
Herramienta de la democracia. La universidad, madura y sólida que nos recibe, es lo que es gracias a la herramienta democratizadora de la educación superior en que ha convertido la regionalización de la educación superior pública; el intercambio de saberes y conocimientos que ha propiciado la internacionalización y la especialización de profesionales de alto nivel con un sistema de estudios de posgrado único en el país.
La Universidad de Costa Rica ha demostrado, durante sus ocho décadas de vida, una fuerte dedicación y compromiso con la sociedad a la que se debe.
Esta universidad es, verdaderamente, “de” Costa Rica, con 80 años de transformar al país, y así lo seguirá haciendo. Lucem aspicio; sigamos buscando la luz.
El autor es rector de la Universidad de Costa Rica.