El 2020 fue un año enfermo y el 2021 es el año de la vacuna, de sanar para seguir adelante. El 2020 fue un año de mala calidad y sin garantía, no podemos ir a una ventanilla para que nos lo cambien por otro, pero el 2021 es un año de buena calidad, un año para retomar los proyectos donde los dejamos.
El 2020 fue un paréntesis, la vida nos puso en pausa; ahora la vida nos hace play. La vacuna contra el coronavirus es la esperanza, es la ola salvadora, pero también genera energía, un gran movimiento para poner a Costa Rica las otras vacunas que le urgen. Porque la pobreza es una pandemia social, el no poder mandar a los hijos desayunados a la escuela es una enfermedad social, el no tener casa, el no tener trabajo, el no acceder a la educación son reumatismos sociales y necesitamos vacunar a Costa Rica contra estos padecimientos.
La pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, el deficiente funcionamiento del Estado, el desvío de recursos hacia la decoración del Estado en vez de focalizarlos en mejorar el nivel de vida de la gente son patologías que requieren vacuna.
El concepto de vacuna social debe imperar en la Costa Rica del futuro próximo, no hablo de planes a diez años plazo, la gente necesita calidad de vida ya. El futuro se construye hoy. El mañana es hijo del hoy.
Como el coronavirus, las pandemias sociales son dolorosas, son excluyentes, dejan un rastro de impotencia y deterioro de familias, hogares y empleos; dejan su huella de padecimientos y trastornos en emprendimientos, empresas y sueños.
Nuestro país está enfermo y necesita una vacuna de honestidad, buena gestión y trabajo. Esta vacuna social es una inyección del cambio que hay que aplicar a la sociedad y el Estado, la educación, el estímulo empresarial y los planes de vivienda.
Necesitamos vacunar a Costa Rica contra privilegios, desigualdades e injusticias. Es probable que sea un partido político el que deba poner esta vacuna, pero es el país quien debe extender el brazo. Son las fuerzas políticas, económicas y sociales las que tienen que presionar el émbolo.
Antídotos sociales. La vacuna contra la covid-19 ejemplifica otros antídotos sociales. Una familia pobre vive su propia pandemia. Es hora de reciclar la chatarra social que nos empantana. Podemos drenar mucha energía buscando culpables, señalando gobiernos anteriores, reclamando promesas incumplidas, pero ese no es el camino.
El sendero está claro: vacunemos a Costa Rica contra la pandemia de la mala calidad, para tener un país con calidad de primera. La gente sabe identificar al demagogo que por un puesto promete «salvarnos», que promete hacer un puente en un pueblo sin río.
No necesitamos políticos que prometan. Una promesa es muy diferente a un proyecto, a una propuesta. La promesa puede flotar sin nada que la sostenga, pero el proyecto necesita argumentos, razones, ideas; por eso es creíble.
Si en la próxima campaña un político promete, dígale que le convierta esa promesa en un proyecto, en un plan con cronograma y objetivos, entonces podría creerle. La pandemia no dejará un país agonizando, tenemos recursos y energía para salir adelante y movernos hacia el progreso. Nadie nos convencerá de que estamos derrotados.
La ciencia produjo una vacuna en tiempo récord, nosotros podemos producir progreso, desarrollo, igualdad y oportunidades en el tiempo necesario. La pandemia marca una raya en la historia, un antes y un después. Y Costa Rica no va a caer en el pasado, en esta rayuela Costa Rica dará un brinco hacia el futuro.
Podemos convertir la frustración en metas alcanzadas, en objetivos ganados. Hay mucho en juego. Costa Rica enfrentó la pandemia con valentía, ahora necesita inteligencia para el siguiente paso.
Responsabilidad política. Los políticos tienen una gran responsabilidad. La gente debería preguntar todos los días: ¿Por qué entró usted en política, para qué? Y calibrarlos, medirlos, sopesarlos, por su respuesta y por su actuar. Más acciones y menos palabrería.
La vida del político suele ser cómoda, hay un entorno dispuesto a facilitarle la tarea, pero no necesitamos políticos mullidos sobre cojines, necesitamos políticos que se suban las mangas y suden la chaqueta trabajando a favor de la gente. A la gente no le importan la colonia o el perfume del político, su corbata o sus zapatos de tacón, a la gente le interesa que ese político, en quien depositó su confianza, no lo defraude.
Propongo que el Estado articule un sistema de mejoramiento de la vida de las personas. Es una estrategia integral que conecta a municipalidades, entidades, ministerios e instituciones, a los tres poderes, y respeta cada independencia, en una corriente continua de mejoramiento del nivel de vida de la gente.
Es integrar, articular, coordinar, eliminar duplicidades y recursos que no mejoren la calidad de vida de nuestros habitantes. Que antes de sacar una fotocopia el funcionario tenga claro que esa copia mejorará la vida de alguien. Porque la gente merece calidad.
Después de la vacuna contra la covid-19, que venga la vacuna contra la pobreza, la desigualdad, el desempleo, la falta de casa y de educación. Costa Rica pondrá el brazo, y vamos a sanarla.
El autor es escritor.