La pandemia del SARS-CoV-2 pone a prueba la capacidad científica y el conocimiento humano. Estamos en una carrera por aprender lo más rápido posible sobre el virus y cómo vencerlo.
Gran cantidad de personas escapan al radar de las autoridades sanitarias porque están infectadas, pero son asintomáticas o muestran síntomas leves.
El periodo de incubación del coronavirus duraría entre 8 y 15 días; sin embargo, para Tamar Kohn, viróloga ambiental del Instituto Federal de Tecnología de Suiza, el coronavirus aparece en las heces y la orina de los enfermos tan temprano como al tercer día de haberse contagiado; antes de la aparición de síntomas, incluso en quienes no van a mostrarlos del todo.
El microbiólogo Gertjan Medema, del Instituto KWR de Investigación del Agua en Nieuwegein, los Países Bajos, encontró material genético del virus en aguas residuales en la boca de las plantas de tratamiento.
De acuerdo con el especialista, las plantas reciben el líquido proveniente de poblaciones mayores a un millón de personas, lo cual facilita llevar a cabo una correlación más amplia y sobre una gran cantidad de personas; sin embargo, falta pulir el protocolo de toma de muestras y de análisis para hacer una inferencia estadística adecuada que se convierta en una alerta temprana, incluso para antes de que la población muestre síntomas o haya positivos.
Mediante tal proceso sería posible revelar la circulación del virus tres días después de las infecciones y sin necesidad de detectar al paciente cero.
Charles Gerba, microbiólogo de la Universidad de Tucson, en Arizona, opina que este tratamiento es utilizado para evaluar la eficacia de las campañas de vacunación contra la polio.
La microbióloga Ana María de Roda Husman, por su parte, explica que se ha utilizado con éxito para la detección temprana de sarampión, noravirus y bacterias resistentes a los antibióticos. Ella logró detectar el SARS-CoV-2 en aguas residuales del aeropuerto de Schiphol, Ámsterdam, antes de que los Países Bajos identificaran un caso positivo.
El monitoreo de las aguas residuales de origen doméstico cobra relevancia no solo como alerta temprana en poblaciones donde todavía no hay evidencia de la circulación del virus, sino también como elemento para la toma de decisiones y medidas, como el aislamiento social, la cuarentena u otras necesarias para interrumpir la cadena de contagio.
También resultaría muy útil para la identificación del resurgimiento del patógeno o dentro del comportamiento cíclico o estacional típico de este tipo de virus, señal de que comienza una nueva oleada, como sucede cuando se producen las epidemias estacionales de influenza. Por tanto, la vigilancia de los sistemas de tratamiento de aguas residuales debe realizarse con más rigor.
El autor es microbiólogo.