La pregunta que lleva como título este artículo era, hace muchos años, la forma de hacernos decir cuál sería nuestra elección vocacional al culminar la educación escolar y colegial.
Una de las grandes decisiones en la vida, y que se forja durante la infancia y juventud, es la vocacional. Algunos niños y niñas o jóvenes tienen una inclinación clara desde temprana edad.
La respuesta a la pregunta no tenía que ver, en el pasado, necesariamente con cursar una carrera universitaria, porque para buena parte de la población terminar la primaria o ir al colegio era todo un desafío.
A partir de los años 80 del siglo pasado, la respuesta empezó a ser el estudio superior; aunque para no pocas personas es todavía un reto económico y territorial significativo.
Visión del porvenir. En su libro The Future Focused Role Image, Benjamin Singer señala que quienes tuvieron más éxito en su vida personal, educativa y profesional no ostentaban los mayores niveles de inteligencia ni riqueza, sino quienes a temprana edad tenían una idea medianamente clara de lo que querían llegar a ser. De acuerdo con el futurista Joel Barker, tenían una visión de futuro.
Estudios de esta naturaleza se han hecho en otras universidades e instituciones y dejan algunas enseñanzas extraordinarias. Una de las más relevantes es que en la casa y las aulas hay que estimular el pensamiento en el futuro; observar las inclinaciones vocacionales en los juegos, conversaciones, lecturas y pasatiempos, entre otros. Y, cada vez que nos den una respuesta a la pregunta qué vas a ser cuando seas grande, nunca consideremos la respuesta como algo trivial, así la cambien varias veces.
En el «tiempo líquido» moderno, reflexionar en la casa y las aulas sobre el porvenir vocacional de cada quien es aún más necesario; podría decirse imprescindible. Pero hay algunas alertas sobre el futuro que deben tenerse presentes en los diálogos prospectivos con la familia y en las aulas a la hora de guiar a las nuevas generaciones.
Señales. Una alerta, que es muy tratada en diferentes foros, es que habrá carreras y profesiones nuevas, que ya se dejan ver en un futuro cercano. La prospectivista Guillermina Baena Paz, de la Universidad Nacional Autónoma de México, menciona algunas: desarrollo de autos voladores, auditoría de sesgos algorítmicos, defensa de identidad virtual, consejería en rehabilitación para jóvenes cibercriminales, agencias contra ciberataques y consultorías de granjas verticales.
En la misma línea, el Foro Económico Mundial, en el Informe sobre el futuro del trabajo 2016, señaló que el 65 % de los niños y las niñas que entraban a la escuela primaria terminarían trabajando en empleos enteramente nuevos, inexistentes en aquel momento.
Una segunda alerta es que algunas carreras y profesiones desaparecerán, y eso sucederá porque actividades repetitivas serán asumidas por robots o porque sencillamente la profesión ya no será requerida por la sociedad.
Andrés Oppenheimer cita en su libro Sálvese quien pueda un estudio de la Universidad de Oxford, en donde se señala que un 47 % de nuestros empleos desaparecerán en los próximos diez años.
Según este autor y periodista, camarógrafos, traductores, transcriptores, periodistas, abogados y manufacturadores, así como las labores de seguridad y vigilancia, navegación, administración, aviación y muchas tareas asociadas con el ejercicio de la medicina tienen sus días contados.
Entonces, ¿cómo deberían prepararse, para anticipar esa nueva normalidad escuelas, colegios y universidades?
En el 2016, el Dr. Julio Frenk, rector de la Universidad de Miami, advertía de que la educación era una de las actividades humanas que no hicieron su revolución y transformación en el siglo XX, como sí, por ejemplo, la medicina, las comunicaciones, la energía y el transporte, y que, ante los cambios que se veían venir, la educación, en general, pero en especial la superior, no estaría a la altura de los desafíos.
Materia obligatoria. Pensando en el futuro vocacional de las nuevas generaciones, las escuelas y los colegios deberían redoblar esfuerzos para trabajar la orientación vocacional de los niños, las niñas y adolescentes, de tal manera que no los enrumben hacia profesiones y oficios sin futuro, que nos anticipemos a los acontecimientos y tengamos un sistema educativo y vocacional acorde con el siglo XXI.
Por lo dicho en este artículo, lo que la Unesco llama «alfabetización en futuros» no solo es una necesidad para los futuristas, sino una materia clave que debe llegar a las aulas de primaria y secundaria en la orientación vocacional, y las universidades e institutos de formación deben analizar el mañana de las profesiones y oficios que ofrecen a la población.
Cierro con la pregunta que da origen a este artículo y una segunda que la complementa: ¿Qué serás cuando seas grande? ¿Existirá un escenario futuro de la sociedad costarricense donde sea posible alcanzar la aspiración vocacional?
El autor es profesor en la UNA y la UCR