La pandemia debe calar de forma especial en la sociedad debido a la amenaza que representa la covid-19 para los adultos mayores y las poblaciones más vulnerables.
Las experiencias en países como Italia, España, el Reino Unido, Estados Unidos y Brasil deben motivarnos a reflexionar sobre la necesidad de tomar medidas de prevención, protección y atención de los mayores en los ámbitos de interacción, es decir, en instituciones públicas y privadas que prestan atención directa, familias y comunidades, porque conforme aumenten los contagios se incrementará el riesgo para esta población.
La familia es la principal fuente de sustento, crecimiento y desarrollo integral a lo largo de la vida, y durante la vejez cobra especial importancia porque es una etapa en la cual la relación con otros grupos merma, circunstancia acompañada, algunas veces, de enfermedades y necesidad de ayuda para atender necesidades básicas.
Diferencias por tomar en cuenta. Existen diferencias sustanciales en la atención. No es lo mismo cuidar de los mayores financieramente independientes, con familias en posibilidad de colmar sus necesidades económicas, materiales y afectivas, que de otros con ingresos parciales o sin ellos.
Tampoco es lo mismo cuando las familias están integradas solo por mayores en capacidad de atender sus necesidades y con apoyo de familiares directos u otros que los supervisan y les prestan colaboración.
Tampoco es lo mismo una familia integrada solo por adultos de más de 65 años en capacidad de atender sus necesidades, pero sin familiares o quien se encargue de la compra de víveres y medicamentos o de la asistencia médica y social cuando sea necesario, que de otros con ingresos económicos insuficientes o sin ellos, cuyos familiares, mayores o no, perciben ingresos económicos limitados y, por tanto, carecen de formas para satisfacer sus necesidades básicas.
Por otra parte, deben tomarse en cuenta quienes viven en hogares de larga estancia y padecen múltiples enfermedades crónicas. Muchos de ellos fueron abandonados por sus parientes y no disponen de vínculos afectivos.
En la convivencia familiar, asimismo, podría existir vulnerabilidad asociada al cansancio, el recargo de las labores de cuidado, problemas familiares e incluso desinterés de los responsables de la atención.
Aunado a lo anterior, existen problemas derivados de la emergencia sanitaria, como el desempleo, la disminución de salarios, el estrés e incluso efectos psicológicos de la cuarentena.
Otras causas de maltrato. El abuso y maltrato lastimosamente está presente en nuestra sociedad y en situaciones de crisis los adultos mayores son de las poblaciones mayormente afectadas.
Por lo tanto, es un deber imperioso procurarles la atención socio-sanitaria integral con respeto, inclusión y compromiso genuino.
Se habla mucho de regulaciones, normativas, protocolos e invitaciones para brindar apoyo. No obstante, esos llamados se quedan cortos y en el capítulo de las buenas intenciones porque no trascienden a la realidad y a la práctica cotidiana.
De allí que este llamado vaya dirigido a los familiares, así como al personal sanitario, para motivar el compromiso y el esfuerzo para no dejarse vencer por el cansancio, las dificultades y las emociones exacerbadas en momentos de tanta incertidumbre.
El autor es decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Costa Rica.