Los niños son una pieza clave para revertir, en una generación, el daño que le hacemos a nuestro planeta.
Por su inmensa curiosidad, el tema ambiental les atrae de forma natural, y al brindarles herramientas para sensibilizarlos y concientizarlos ellos son verdaderos aliados y partícipes activos de medidas concretas y soluciones para cuidar la naturaleza.
Un niño sensibilizado es un valioso agente de cambio que llega a ejercer una gran influencia incluso en los adultos a su alrededor. Un niño con conciencia ambiental le hará saber a un familiar que no está bien tirar un envoltorio o una botella en cualquier lugar, participará con alegría en siembras y limpiezas comunitarias o convencerá a sus padres de no usar una bolsa o una pajilla plástica porque dañan nuestro planeta.
Que nuestro propio hijo o sobrino nos haga notar una práctica dañina que debemos cambiar puede ser más eficaz que el hecho de que nos lo diga otro adulto o un medio de comunicación. ¿Qué puede ser más poderoso que el mensaje proveniente de un niño cuando es su propio futuro lo que está en juego?
Educación ambiental. Este simple hecho debe ser motivo para que pensemos en el papel que representa la educación ambiental en la transformación hacia una sociedad más sostenible.
Nuestro país es reconocido mundialmente por sus iniciativas ambientales, pero gran parte de estos esfuerzos se han llevado a cabo con un enfoque de “arriba hacia abajo”: el Gobierno es el que impulsa las medidas y estrategias, como el extenso sistema de áreas protegidas y la generación de energía eléctrica con fuentes renovables.
Por otro lado, esfuerzos de “abajo hacia arriba”, o aquellos que nacen de los ciudadanos, son más recientes y deben seguir consolidándose. Uno de los mayores logros es la sólida plataforma que ha creado el programa Bandera Azul Ecológica con la creación de cientos de comités de voluntarios en sus 14 categorías.
Para que nuestro país siga avanzando en el camino de la sostenibilidad ambiental, es vital empoderar a los ciudadanos y dotar a los docentes de herramientas para enriquecer la educación ambiental en las aulas.
El primer obstáculo que debe superarse es que la literatura y los recursos de educación ambiental en español son limitados, y aquellos que existen están lejos de ser accesibles para docentes y estudiantes, sobre todo en zonas rurales. Sin los recursos es difícil desarrollar planes didácticos para la formación de los pequeños.
Cuentos. Desde hace más de un año vengo trabajando en una serie de cuentos infantiles llamada La guardiana de la naturaleza y sus amigos que, precisamente, tiene la misión de fortalecer la educación ambiental de nuestro país mediante relatos que invitan a los niños a convertirse en guardianes de la naturaleza, iniciativa que cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Con la colaboración de organizaciones y empresas de todo el país, espero que estos libros lleguen de forma gratuita a todos los rincones de Costa Rica, y que los niños crezcan con la semilla que cultivará en ellos la guardiana de la naturaleza, la heroína de las historias representada por una niña de nueve años.
Por cuestiones culturales y el difícil acceso a la literatura infantil en zonas rurales, podría ser el primer cuento ilustrado en el hogar de muchas familias, lo que tiene un inmenso potencial de transformar la visión del mundo de estas nuevas generaciones. Además, es un valioso recurso para docentes, pues cuenta con un glosario de educación ambiental, un código para aquel que desea ser un guardián de la naturaleza y diferentes actividades con las que se motiva a los niños a crear su propio reto ambiental.
Manual. Junto con un equipo interdisciplinario e interinstitucional también creamos una herramienta de educación ambiental, específicamente un manual para docentes llamado Guardianes de la naturaleza, para fortalecer las escuelas que participan en el programa Bandera Azul Ecológica. En estos momentos es un plan piloto en siete centros educativos en Santa Ana, Hojancha y Nosara, y esperamos que muy pronto llegue a distintas escuelas en las siete provincias de forma gratuita y de fácil acceso.
Vale recordar las palabras del botánico venezolano Tobías Lasser: “Solo podemos amar aquello que conocemos y solo podemos proteger aquello que amamos”.
Convertir en guardianes de la naturaleza a los niños tendrá beneficios ambientales, económicos y sociales a corto, mediano y largo plazo. Espero y confío en el apoyo de entes públicos y privados para fortalecer un movimiento de niños guardianes de la naturaleza, con el potencial de transformar nuestra sociedad y convertirla en un modelo para el mundo.
La autora es educadora ambiental.