El día jueves 5 de mayo de 2011 en el periódico La Nación se discute sobre la solicitud de la ONG, Hogares Crea de Costa Rica (HCCR ), para que se reforme la ley de juego con la finalidad de que se traduzca en un financiamiento adicional al que la institución recibe del Patronato Nacional de la Infancia (PANI), del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), de la Junta de Protección Social (JPS) y del Instituto de Alcoholismo y Fármacodependencia (IAFA).
HCCR argumenta la necesidad de tener acceso a dichos fondos por los altos costos de mantenimiento de los programas para la prevención y tratamiento de la adicción a las drogas sin rango etario o de género y condición de VIH/SIDA. Huelga decir que la labor que realizan es encomiable, pues no son cientos sino miles quienes se han beneficiado de esos programas.
Propuesta dudosa. Mi preocupación por esta reforma a la ley surge de la inquietud de una propuesta éticamente dudosa pues buscan el financiamiento con base en otras personas que tienen adicciones como es la ludopatía (adicción al juego).
Se puede argumentar que no todos los que apuestan a los juegos de fútbol o al baloncesto o al béisbol son ludópatas; sin embargo, todo juego de azar promueve y refuerza la ludopatía al ser una práctica que supone la pérdida de dinero y la necesidad o ansiedad por recuperarlo. Igual ocurre con los casinos físicos y virtuales.
Según testimonio del creador de Jugadores Anónimos en Costa Rica, “con esto de la ludopatía uno no se da cuenta de cuándo empieza. Antes, jugaba mucha lotería y chances, y me hice adicto a eso. Después comencé a ir al bingo de la Cruz Roja. Ahí fue cuando comenzó verdaderamente mi adicción. Desde que llegué la primera vez, pasé tres meses yendo día y noche de 7 de la noche a 3 de la mañana, de lunes a sábado. Luego empezó lo del casino: eso fue el acabose”. Al igual que el adicto a las drogas, el ludópata “se vuelve inhumano, se vuelve insensible a las necesidades, al amor, al compartir. Desgraciadamente, todo lo que se hace es para jugar”.
Estudios académicos muestran que dos tercios de los adultos en el mundo han participado de algún juego de azar, pero no se saben cuántos pasaron a convertirse en enfermos adictos. En Costa Rica algunos llaman a la ludopatía “vicio” o “mal hábito”, pero no se refieren a ella como una enfermedad.
Aún no sabemos cuántos han llegado a desarrollar en nuestro país ese trastorno de conducta, lo que si se sabe es que ha crecido en forma alarmante. ( http://www.perfilcr.com/contenido/articles/371/1/Cuando-el-juego-es-un-enemigo-silencioso/Page1.html ).
Problema de salud pública. El aumento de la ludopatía en Costa Rica hizo que el Ministerio de Salud Pública, mediante decreto ejecutivo de junio de 2008, declarara este trastorno de la conducta como un problema de salud e interés público y nacional. No obstante, poco se ha hecho para controlar o eliminar las fuentes de la enfermedad.
Ni siquiera se han creado opciones de atención en el sistema de salud, como en su momento ofreció la ministra Ávila, ( http://wvw.nacion.com/ln_ee/2008/julio/03/aldea1602774.html ).
Básicamente, es el sector de la medicina privada el que está atendiendo dicha problemática con la discriminación por condición de clase que supone.
Me pregunto si nos hemos puesto a pensar en lo difícil que es reconocer esta enfermedad, tanto por el propio enfermo como por parte de su familia.
La ludopatía es poco conocida, no se saben sus características ni su patología, y es una enfermedad que muchos pasan por alto.
Hago un llamado a la conciencia para evitar que una adicción financie la recuperación de otra y que ciudadanos, instituciones y legisladores busquemos una solución efectiva para el financiamiento de los Hogares Crea de Costa Rica y que se promueva la atención de la ludopatía en el sistema de salud pública. Buscar soluciones a ambos problemas es urgente.