Cuando de actitud y comportamiento se trata –sea individual o colectivo– la mayoría de la gente no desea escuchar cosas que de cierta manera obligan a reflexionar y a cuestionar si se está o no en la senda adecuada.
Y es que la excusa perfecta para ignorar toda observación que nos sacuda es decir que las críticas son negativas en lugar de aceptar que son constructivas, pues obligan a pensar y a crecer.
Negativos son quienes –tapando el sol con un dedo– prefieren irresponsablemente seguir señalando que vivimos en el país más feliz del mundo, con tal de no reconocer que algunas cosas andan muy mal y que se nos está haciendo tarde para corregirlas.
No soy quién para puntualizar los problemas que enfrenta la sociedad costarricense en estos momentos; personas mucho más calificadas para hacerlo, como el Dr. Óscar Arias, por ejemplo, han sido bastante puntuales. Resumido en pocas palabras, la inercia nos está carcomiendo, como a “la puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo”.
Ejemplos. Voy solamente a exponer algunas situaciones –concretas y reales– que son muestra sencilla de infelicidad para miles de ciudadanos, expuestos frecuentemente a ellas:
Hablando de presas: ¿seguiremos añorando presencia policial vespertina y de oficiales de tránsito en San José y sus salidas? ¿Será posible, por una vez en la vida, ver que las autoridades controlen las malas prácticas de los autobuseros y la cantidad de vehículos estacionados a lo largo de las estrechas calles capitalinas, sobre todo en los alrededores del Poder Judicial?
Hablando de telecomunicaciones: ¿lograremos que en las agencias del ICE, especialmente en la ubicada cerca del Teatro Nacional, el gerente de turno atienda a los usuarios molestos y les permita quejarse ante un sistema que interpone números indiscriminadamente, aunque los recién llegados no sean adultos mayores, discapacitados o mujeres en estado de embarazo? El promedio de espera ronda una hora, mientras algunos de los agentes conversan por teléfono o entre ellos.
Hablando de bancos: ¿conseguiremos que el BCR finalmente encuentre la forma de que, por teléfono o correo, sus funcionarios puedan resolver los pequeños detalles que aquejan a los usuarios? ¿Lograremos que Scotiabank mejore los servicios del antiguo Citi y dejen de retener las transferencias SINPE por más de 48 horas?
Hablando de prensa: ¿continuarán algunos medios de comunicación haciéndose de la vista gorda ante las necesidades de información precisa y veraz? ¿O respiraremos morbo extra por siempre?
Hablando de política: ¿apechugaremos con más pifias presidenciales, más discursos vacíos y más desplantes legislativos?
Hablando de educación: ¿lograremos mejorar los antiguos estándares o simplemente concentraremos esfuerzos en difundir el himno de Nicaragua y, en el futuro cercano, el de China?
¿Seguimos hablando? ¿O empezamos a actuar?
La autora es periodista.