Leí el artículo escrito por Justina Nixon Saintil, titulado “La importancia de la justicia ambiental con la ayuda de IA” (26/8/2023). Justina se refirió al cambio climático y sus efectos en las comunidades rurales, y concluyó con la importancia de educar a las comunidades menos favorecidas en las nuevas tecnologías.
Soy mujer e ingeniera. Crecí de forma parcial en una zona rural y amo la tecnología. Creo que en un mundo donde la inteligencia artificial nos hace dudar en dónde vamos a estar en los próximos cinco años, es un gran momento para hablar de tecnología, género y zonas rurales.
Latinoamérica está rezagada económicamente con respecto a los países desarrollados según el PIB y la paridad de poder adquisitivo (PPP). Un estudio de Microsoft concluye que uno de los posibles motivos por los cuales Latinoamérica no se ha desarrollado en materia económica es la baja capacidad para adoptar nuevas tecnologías y, por ende, perdemos lo que le inyectan a la economía.
Para ponerlo en palabras más concretas, seguimos siendo un país en desarrollo porque no hemos podido ir a la velocidad del cambio tecnológico.
Desafíos de la IA
La inteligencia artificial (IA) trae múltiples dilemas, entre ellos, laborales y éticos. Es, sin duda alguna, un momento clave para la evolución humana. Estamos en la cuarta revolución industrial y la realidad es que no sabemos cuál es la profesión del futuro. ¿Tecnología? Probablemente. Pero ¿cómo se democratiza la tecnología? El mundo ya es un lugar bastante dispar para las personas que crecen en zonas rurales o alejadas, ¿y para las mujeres? Ni les digo.
Más allá de democratizar la tecnología, ¿cómo ganamos la carrera o, como mínimo, alcanzamos a países más desarrollados al ritmo de evolución de la tecnología?
Ingenieros en la primera línea
Estoy segura de que muchas personas con especialidades en política pública, derechos y carreras sociales ya han investigado la cuestión. Pero creo que los ingenieros hemos hablado poco al respecto, y nosotros somos quienes estamos más involucrados en esta revolución.
Tenemos años de realizar campañas para que las mujeres y los jóvenes de cantones alejados estudien carreras STEM. Se habla mucho de mujeres líderes y paridad de género, pero, como se sabe, “del dicho al hecho hay gran trecho”. Creo que el tren, del cual hemos pregonado durante 20 años que iba a llegar, ya está aquí.
Titulaciones en computación
¿Cuál es el porcentaje que se gradúa de áreas del conocimiento en ingeniería y computación y cuántas son mujeres? Según datos de las bases públicas del Conare y el Micitt, entre el 2014 y el 2021, se otorgaron 15.648 títulos de bachillerato y licenciatura en Computación. De estos, se les dio, en promedio, un 265 % más títulos a hombres que a mujeres. En el área de ingeniería, en los mismos años, se titularon 27.092 en bachillerato y licenciatura, con un promedio del 72 % más de hombres que mujeres.
Del 2017 al 2021, solo el 20 % de los graduados en Computación eran residentes fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM). En los mismos años y área de conocimiento, de los estudiantes de la GAM, un 306 % más de hombres que de mujeres recibieron un título en esta carrera. Fuera de la GAM, un 187 % más de hombres que de mujeres recibieron un título en Computación.
Con estos datos en cuenta, ¿qué pasa ahora? El tren ya llegó y la disparidad es un hecho. ¿Cómo vamos a ayudar a las personas que no tienen conocimiento de IA y cómo prevemos el impacto que va a tener en sus vidas?
Tiempo de transformaciones tecnológicas
Se habla de cómo las herramientas tecnológicas pueden mejorar los cultivos, el turismo, la comunicación, la injusticia climática y un sinfín de soluciones a problemas asociados a la sostenibilidad. Pero ¿realmente quienes viven en estas zonas están preparados para usarlas? ¿Será este un momento para que la gente de la GAM que resultará afectada por la IA cambie a otro tipo de subsistencia económica o profesión en cantones rurales? Estas preguntas se responden hoy con supuestos.
Por ahora, creo que el momento de la evangelización de las ingenierías llegó a un punto de evolución. Ya no hay que promover solamente que más personas fuera de la GAM y mujeres estudien ingenierías, sino que tenemos que educarlas sobre cómo usar herramientas de IA existentes para sus respectivas labores, con sus familiares y vecinos.
La economía de la región depende de cómo adoptamos la IA o la tecnología en esta cuarta revolución industrial, y, para sobresalir, las máquinas no deben sustituir al capital humano sino complementarlo.
Políticas públicas
Crear campañas y política pública no es suficiente, en especial, si los que las diseñan no tienen el conocimiento técnico mínimo para echarlas a andar. De ahí que los ingenieros tenemos que abrirnos un poco, educarnos y educar a las personas que nos rodean para que utilicen herramientas tecnológicas a su favor, y saber adaptarnos al cambio abriéndonos a la comunidad, porque todos vamos en el mismo barco.
Educar es enseñar a las personas cómo buscar la información que necesitan y cómo utilizarla a su favor. Es ser aliados de los gobiernos y organizaciones a través de nuestro aporte individual o industrial. Es un momento en que las organizaciones tecnológicas deben innovar y crear nuevos puestos directivos y operativos para la educación civil de sus herramientas.
Imagino que este momento es similar a la época en que se inventó la imprenta. Nadie tenía acceso a los libros y a lo que ellos podían enseñar hasta que Gutenberg cambió la historia del conocimiento, la educación y el resurgimiento de clases sociales. Desde entonces, han pasado 500 años.
andreajimenezconsulting@gmail.com
La autora es ingeniera costarricense graduada del Tecnológico de Monterrey con certificaciones en investigación y desarrollo de Harvard y el MIT. Apasionada por la tecnología, la sostenibilidad y la equidad de género, es consultora de negocios en estrategia y transformación digital. Actualmente, estudia sobre ingeniería en la nube e inteligencia artificial.