En nuestra ciudad de Cartago, la Vieja Metrópoli, es poco lo que queda de las 35 cuadras que componían el centro histórico de la primera ciudad que se fundó de manera permanente en Costa Rica.
En esta área, donde los restos de la hermosa ciudad colonial del ayer ya casi han sido borrados por completo, quedan algunos vestigios que debemos preservar, pero más bien estamos haciendo lo contrario.
En las 35 cuadras, y a manera de ejemplo, las aceras fueron enchapadas con losas de piedra basáltica, material de origen volcánico que se forma cuando la lava entra en contacto con el aire o el agua.
También se usó granito, de origen volcánico, pero que se forma cuando la lava se enfría bajo la tierra, que se extrajo de las canteras cercanas al casco antiguo de la ciudad. Los artesanos más habilidosos del país fueron los que esculpieron las losas planas de rocas crudas con una maestría inigualable y una técnica que se perdió en el tiempo.
Después del terremoto de Santa Mónica de 1910 —o el terremoto de Cartago, como se le conoce habitualmente—, estos hábiles artesanos de la época, quienes aprendieron la técnica durante la construcción de la iglesia de Santiago Apóstol (hoy las ruinas de Cartago), remozaron aceras y calles de la ciudad, y lograron un armonioso y accesible tránsito peatonal.
Buenas intenciones
Y con esta habilidad, ahora perdida, consiguieron crear aceras y cordones de una belleza increíble, tal y como podíamos observar en ciudades de nuestro continente, como Ciudad de México. Con precisas cinceladas crearon piezas de 40 por 50 centímetros y de 40 por 60 centímetros para construir elegantes superficies para los peatones de la época.
Hoy el ayuntamiento de Cartago está destruyendo parte de este patrimonio arquitectónico cuando abre campo para el paso de personas no videntes: esos mosaicos texturizados de color amarillo que sirven de guía táctil para que el pie y el bastón de la persona no vidente se ubiquen con mayor facilidad en las aceras.
Desgraciadamente, al cambiar nuestras ciudades para hacerlas más accesibles, en Cartago la transformación se lleva a cabo de una manera descuidada y sin el mayor reparo por el valor histórico de las losas de basalto y granito.
Lo que debería tratarse como con el bisturí de un cirujano, para preservar parte de nuestra historia y nuestra cultura, se realiza a punta de mazazos propinados con desdén por personas que desconocen el valor incalculable de esas piezas.
Suciedad ambiental
Para muestra del trabajo chabacano y descuidado de cómo se tratan las piezas de basalto y granito, adjunto unas fotografías donde se ve el avance de estas obras en varios sitios del centro de Cartago.
En lugar de lograr armonía estética, este tipo de arreglos en la Vieja Metrópoli generan suciedad ambiental. Tampoco tienen el efecto de causar buena impresión al turista, con el fin de que quienes nos visiten se lleven un recuerdo favorable.
No podemos desvestir a un santo para vestir a otro. Existen formas de atender las necesidades de la población no vidente y cuidar el patrimonio arquitectónico a la vez. Pero hacerlo de una forma que dañe el patrimonio no es lo correcto.
Cartago, la capital colonial, valora cada vez menos estas piezas, porque una vez vueltas a colocar pierden el valor como artefactos patrimoniales que les confirieron antepasados que las cincelaron después del terremoto de 1910 y les asignaron un sitio en la ciudad.
Las losas de granito y basalto pudieron haber cumplido el objetivo de ser un lugar accesible para el tránsito de la población no vidente. Era cuestión de restaurar las aceras planas, seguras y texturizadas.
Valor histórico
Haber contemplado la poca capacidad de la administración municipal de comprender y valorar esta ciudad tan importante en la construcción de la identidad y la destreza artesana costarricenses en estos 200 años de vida independiente me motivó a escribir.
Yo me pregunto: ¿Quién dirige los trabajos de colocación de los mosaicos táctiles? ¿Poseerá el conocimiento suficiente para entender el valor patrimonial de la piedra que están sustrayendo de las aceras de Cartago? ¿Se está preservando el material con el cuidado que merecen estas piezas de tanto valor? ¿Dónde se guarda el remanente del granito y el basalto cuando se corta para acomodar los mosaicos texturizados de color amarillo? ¿Es esta la forma correcta de ayudar a la población no vidente a transitar libremente por las aceras de nuestro país?
En los días posteriores al bicentenario de la independencia, es tarea de la Municipalidad identificar aquello que posea valor patrimonial de la primera ciudad en nuestro país y ponerlo en perspectiva para que futuras generaciones contemplen la génesis de una ciudad crisol de nuestra nación.
El autor es arquitecto.