Mucho antes del Día Internacional del Trabajo (instaurado en 1913) cada 1.° de mayo se conmemoraba uno de nuestros más simbólicos episodios históricos: la capitulación filibustera de 1857, fecha que hoy se encuentra sumida en el olvido de nuestra memoria cívica.
Desde marzo de 1856, nuestro Ejército fue organizado y dirigido por el presidente Juan R. Mora Porras, quien no se limitó simplemente a dictar directrices, sino que marchó a la guerra con los soldados. Destacaron en una primera etapa, las victorias de la Batalla de Santa Rosa (en nuestro suelo) y la Batalla de Rivas (en territorio nicaragüense).
Sin embargo, la mortífera epidemia del cólera hizo que nuestras tropas se viesen obligadas a suspender las acciones bélicas por siete meses (mayo-noviembre), y las reanudaron por órdenes de Mora, con lo que se consiguieron ostensibles victorias en la estratégica conquista de la llamada Vía del Tránsito (río San Juan-istmo de Rivas), la cual se materializó entre noviembre de 1856 y febrero de 1857. Hasta que finalmente la Falange Americana (autopretensioso nombre de los filibusteros) se atrincheró en la citada ciudad de Rivas, bajo el liderazgo de William Walker N.
Asimismo, desde marzo de 1857 y tras una serie de querellas internas, los distintos mandos militares centroamericanos coaligados para luchar contra Walker y sus huestes tomaron la acertada decisión de nombrar al militar costarricense general José J. Mora Porras (hermano del presidente Mora) en el cargo de general en jefe del Ejército Centroamericano, lo cual se debió al reconocido prestigio y valía que dicho militar había alcanzado desde el comienzo de la Campaña Nacional.
Asedio total. Fue desde la antigua Hacienda Cuatro Esquinas (contigua a Rivas) donde comenzó el cerco militar filibustero, pues el Gral. Mora dispuso de una serie de estrategias para ello desde finales de abril. Hechos que propiciaron una ostensible afectación de dicho grupúsculo debido a la hambruna, la deserción, el desabastecimiento, la carestía de municiones, el descontento y, sobre todo, por la pérdida de fe de su propia soldadesca en dicho líder esclavista.
Así las cosas, fue en medio de ese desolador panorama cuando Walker y sus militares invasores tuvieron un inmerecido instante de suerte que los salvó del cadalso. Ello por cuanto el marino estadounidense de la corbeta St. Mary's, capitán Henry Davis, intermedió ante el Gral. Mora para sacar a los filibusteros de Rivas y acabar así con catorce largos meses de guerra. Ofrecimiento que fue concedido por Mora, pues no solo evitaba así la muerte de más soldados centroamericanos, sino que significaba para Costa Rica el término de una cruenta guerra que solo nuestra patria había padecido en su totalidad.
En efecto, a las 5 p. m. del viernes 1.° de mayo de 1857 la cúpula militar filibustera salió del territorio rivense (con Walker huyendo a hurtadillas, pues no tuvo el valor siquiera de firmar su rendición). Lo cual, además de suponer una brillante victoria sobre dicha falange, consagró al presidente Juan R. Mora como el héroe nacional por antonomasia de nuestra historia.
Feriado cívico. Apenas cinco meses más tarde desde la capitulación filibustera y con el fin de que dicha rendición se convirtiese en parte inherente del calendario cívico costarricense, el presidente Mora rubricó el Decreto N.° 35. en que se le dio la condición jurídica de feriado a cada día 1.° de mayo.
Empero, fue con el inexorable pasar del tiempo cuando la heroica gesta del 1.° de mayo se fue diluyendo en una cuasi lapidaria desidia, siendo sustituida por otras actividades de diverso raigambre. Por lo que hoy en día, esta fiesta nacional (nunca derogada) es casi solo conocida y valorada por un pequeño grupo de estudiosos de nuestra historia.
Así, sirvan estas remembranzas para rescatar una efeméride que no solo debería de volver a celebrarse con todo el ahínco y espíritu que reviste, sino que, sin lugar a dudas, tendría que ser parte consustancial de cada costarricense que respete, valore y aquilate a nuestra patria.
El autor es abogado e historiador.