Tenemos una cita con el destino. Llegó el turno de construir una nueva Costa Rica mediante la convocatoria a una asamblea constituyente y la promulgación de una nueva Constitución, que nos permita vivir mejor a todos quienes habitamos este pedazo de tierra tan hermoso, que Dios nos regaló.
Sabemos que el país no va bien, somos como un barco a la deriva en medio de la inmensidad del mar; no hay capitán, las velas están rotas, no hay combustible y la tripulación está indignada.
Ante esa situación de disfuncionalidad, se impone preguntarnos, ¿qué vamos a hacer como individuos y como sociedad para superar esa situación de crisis? La alternativa es simple: podríamos continuar igual, hablando de miedo, apelando al mito de la caja de Pandora, en fin… estancados en un presente sin futuro. O bien, dar un golpe de timón para poner de nuevo a este país a pensar y soñar en grande y avanzar decididamente hacia una sociedad más solidaria, un modelo de Estado que propicie el desarrollo equilibrado de todas las regiones del país y un sistema político más eficiente y responsable
Espacio. En tal sentido, el proceso constituyente puesto en marcha abre las puertas para que todos participemos en la construcción de la Costa Rica del futuro. No es una solución mágica para todos los problemas, pero si un gran espacio que nos permitirá recuperar, de manera inteligente y muy segura, el diálogo sobre temas nacionales y la participación política, tan venidas a menos en los últimos años.
Así pues, el proceso constituyente está planeado para que, a lo largo de cinco años, de forma gradual, se vayan cumpliendo una serie de etapas, con el fin de que la gente tenga suficiente tiempo de informarse, conocer y participar creativamente en la construcción de esa nueva Costa Rica. En consecuencia, se puede decir que el proceso constituyente es:
Popular. El proceso constituyente arranca, es protagonizado y concluye con la decisión del pueblo.
Participativo. Su esencia se encuentra en la participación directa del pueblo en la toma de las decisiones más importantes, tanto al momento de la convocatoria de la asamblea constituyente como durante la deliberación y la aprobación definitiva de la nueva Constitución.
Inclusivo, igualitario y no discriminatorio. El proceso constituyente permite participar a todas las personas que lo deseen, de forma inclusiva, igualitaria y sin discriminaciones de ninguna naturaleza.
Pluralista. El proceso constituyente es pluralista porque se consideran todos los puntos de vista.
Pausado. El proceso constituyente responde a un programa que se extenderá por cinco años, desde el 2016 al 15 de setiembre del 2021, tiempo suficiente para que la gente pueda informarse y participar creativamente emitiendo su opinión y haciendo propuestas.
Transparente. El proceso constituyente está concebido para garantizar la mayor transparencia y publicidad de todos los actos que se vayan produciendo, para lo cual se propician canales permanentes y fluidos de intercambio de comunicación entre la gente.
Seguro. Desde el plano jurídico político el proceso constituyente es seguro porque la ciudadanía conoce las reglas de juego que regulan el dicho proceso, desde el principio (2016) hasta su final (2021).
Pacífico. El proceso constituyente se produce en época de paz, sin duda, el mejor momento para repensar Costa Rica y promulgar una nueva Constitución y no después de una guerra civil o un golpe de Estado, cuando abundan los rencores y el país queda dividido entre ganadores y perdedores.
Trabajo en equipo. El proceso constituyente requiere del trabajo en equipo, del trabajo de todos. Para modernizar el Estado se requiere cambiar muchas cosas, meta que solo se puede alcanzar con el trabajo de muchos.
Democrático. El proceso constituyente es democrático porque, ante todo, significa valoración personal, oportunidad para que todas las personas, en condiciones de igualdad y responsabilidad individual participen, dándole vida a aquella máxima que concibe la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Democracia directa. Como se puede concluir, el proceso constituyente que el pueblo ha puesto en marcha con el aval del Tribunal Supremo de Elecciones, lejos de ser una caja de Pandora, es muy transparente y seguro, porque apela al sentido más profundo del ser costarricense: la democracia directa, es decir, al gobierno del pueblo.
El autor es abogado.