En vista de los acontecimientos alrededor del mundo y los informes de los organismos internacionales sobre la crisis climática, es imposible no estar alarmados por lo que sucede a nuestro planeta.
En Alemania y partes de Europa inundaciones masivas cobraron cientos de vidas, pueblos completos en China y la India fueron borrados por las fuertes lluvias, granizos gigantes llovieron en Italia a mitad del verano, Suiza y el Reino Unido fueron sorprendidas con un clima salvaje y lluvioso.
Cerdeña, Grecia, Turquía y Siberia fueron golpeadas por incendios y en California las temperaturas llegaron a un récord impensable de 56 grados Celsius.
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En el editorial de «La Nación» del martes 10 de agosto, se cita el reporte publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), una seria advertencia para todos.
Debemos cambiar nuestras formas y marchar hacia un estilo de vida y economía que no dañen el clima, la naturaleza y el medioambiente.
Los testimonios de los cientos de expertos que participaron en la redacción del informe, basándose en miles de estudios de gran reputación, son de suma importancia. El tiempo de cambiar ha llegado. Sin embargo, la transformación es difícil, y necesitamos tener historias de éxito, aprender de nuestros semejantes, aplicar tecnologías que nos ayuden a avanzar hacia una economía de cero emisiones de aquí al año 2050 y haber reducido al 50 % las emanaciones de gases de efecto invernadero de la humanidad en el 2030.
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Esperanza
Nos enfrentamos a un enorme desafío; no obstante, hay esperanza. He visto en Costa Rica los esfuerzos para evitar el desastre climático y ambiental, las políticas gubernamentales de conservación para llegar a ser carbono neutrales, aunadas a la promoción de la conciencia ecológica en sus ciudadanos; es inspirador y motiva su apoyo. Por ello, junto con los gobiernos locales, hemos realizado una serie de proyectos con el objetivo de aportar a la salud del planeta.
Hemos reforestado bosques con especies nativas en sitios donde se necesita y, mediante una modesta campaña, colocamos contenedores para la recepción de plásticos para su reciclaje en diversas zonas del país.
Ofrezco la experiencia que Israel ha acumulado durante décadas de agricultura en el desierto y las zonas áridas, de reciclaje del 90 % de sus aguas residuales y la desalinizar del agua para hacerla potable, y soluciones para el almacenamiento de energía, la eficiencia energética y la energía renovable.
Hemos promovido una incipiente industria pionera de sustitutos de proteínas animales y sabemos cómo preservar los bosques en condiciones de sequía y aridez.
Israel es un laboratorio viviente para el desarrollo de soluciones prácticas a la crisis climática. Esta innovación puede servir al mundo entero para desarrollar las capacidades necesarias para la resiliencia.
Productos como carne, leche, huevos y más se están produciendo en laboratorios usando métodos que reducen los gases de efecto invernadero, liberando, así, grandes extensiones de tierras para la agricultura —que eran utilizadas con fines ganaderos—, la restauración ecológica y la reforestación. Estas tecnologías también allanan el camino para lograr mayor seguridad alimentaria mundial en momentos de crisis climática.
Otra de las opciones son las innovaciones que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, que proporcionan algunas soluciones para el mundo actual en los campos de almacenamiento de energía con aire comprimido, la producción de energía a partir de las olas del mar, el uso avanzado de herramientas informáticas para manejar energía y más.
Hombro a hombro
Como seres humanos, tenemos que cooperar unos con otros. Está claro que no existe un solo país, por más fuerte y desarrollado que sea, capaz de afrontar solo esta crisis sin precedentes en la historia de la humanidad.
Necesitamos aprovechar juntos todas nuestras increíbles habilidades para enrumbar este enorme barco que es nuestro planeta, en el que convivimos. Solo hombro a hombro es factible conducirlo a puerto seguro.
La única manera de lograrlo es trabajando en equipo, compartiendo información y experiencias, además de aprender unos de otros.
El autor es embajador de Israel en Costa Rica.