En la comodidad de nuestro diario vivir es fácil obviar que todo alrededor nuestro está interconectado con los recursos minerales extraídos del subsuelo. Por ejemplo, nuestro teléfono inteligente depende por completo de extraer los minerales apropiados para obtener el litio y el cobalto para la batería, los elementos de tierras raras para la pantalla, el micrófono y los parlantes; y el tántalo, cobre, plata y oro para los componentes electrónicos.
Si bien el contenido de oro en un celular no es alto (0,03 gramos), al multiplicar ese número por 2.000 millones de celulares inteligentes en el mundo, se necesitan alrededor de 6.000 millones de kilogramos de oro para construir la red mundial de celulares (el numero crece exponencialmente al incluir computadoras, tabletas, etc.).
De la misma manera, las fuentes de energías renovables dependen de la extracción de hidrocarbonos para los metales para las turbinas y plomería. En efecto, solo la turbina de un molino de producción de energía eólica necesita cuatro toneladas de cobre y, aunque el cobre puede ser reciclado, la demanda actual es tan alta que esta fuente renovable requiere la constante exploración y explotación de este metal.
Minería. ¿De dónde provienen los metales necesarios para mantener la civilización humana y la comodidad de la vida cotidiana? Estos metales deben ser extraídos de concentraciones minerales en el subsuelo por medio de minas. Hoy existen dos tipos de minas: una es la minería informal, en la cual más de 100 millones de personas en el mundo trabajan en condiciones deplorables, sin regulaciones ambientales ni laborales, y en muchas ocasiones bajo control del crimen organizado o bien regímenes opresivos autoritarios.
La otra es la minería industrial moderna, que integra profesionales de muchas disciplinas y que, al contrario de la informal, tiene además la ventaja de ser responsable en caso de negligencia, accidentes o, simplemente, no mantenerse dentro del marco legal del contrato firmado entre las partes.
Antes de que la mina moderna empiece a operar se deben presentar y aprobar una serie de estudios técnicos y rigurosos planes de remediación ambiental. Además, la compañía desarrolladora debe depositar en la cuenta de “un tercero” recursos suficientes para pagar a los empleados y llevar a cabo la remediación ambiental en caso de que la mina no produzca los recursos esperados, ocurra un accidente, o se cierre. Esta es la minería moderna responsable, un modelo practicado en Chile, Filipinas, Indonesia, Nueva Zelanda y el resto de países industrializados.
Crucitas. Costa Rica tuvo la oportunidad de desarrollar una mina moderna en Crucitas, que iba a estar altamente regulada, donde frente a cualquier evento tendríamos los mecanismos para responsabilizar a las partes, y en su lugar ahora tenemos un completo desastre ambiental y social de minería informal.
La minería informal utiliza mercurio, que es imposible de controlar y remediar. Este proyecto también iba a traer desarrollo a una de las zonas más pobres y abandonadas de nuestro país. Decir que Costa Rica es un paraíso donde la belleza natural es el principal foco de desarrollo es un tanto hipócrita si analizamos las condiciones deplorables de la mayoría de los ríos del área metropolitana, el uso intensivo de pesticidas en la agricultura y el hecho de que no vamos a dejar nuestra comodidad para no utilizar metales.
Bajo esta óptica, excluir a la minería es tan dañino como decidir mañana que no vamos a tener una industria química o que se cerrarán los proyectos de producción de energía, porque las actividades humanas tienen un impacto en el ambiente.
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Entre los más grandes retos para la Humanidad en el siglo XXI está la seguridad de los recursos naturales frente al crecimiento exponencial de la población mundial. Debemos enfrentar esta realidad.
La propuesta económica de Chile (un país que no ha tenido miedo de diversificar su economía más allá de la agricultura, los servicios y el turismo) revela un punto interesante: un porcentaje del metal extraído debe quedarse en el país para que lo utilice la industria de alta tecnología. Por desgracia, Costa Rica está rechazando la oportunidad de desarrollar una minería responsable de la mano con una industria de alta tecnología. Juntas propulsarían un mayor desarrollo tecnológico y social, sostenible, basado en recursos propios.
El autor es profesor universitario.