El 2024 fue un año colmado de actividades que enriquecen el desarrollo de la música clásica en Costa Rica, por ejemplo, la nominación de Andrés Soto a los Grammy Latinos en la categoría de mejor arreglo por Rapsodia aérea, compuesta para la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) y estrenada en el 2023 en el Teatro Nacional bajo la batuta de Carl St. Clair.
La mitad de la obra contiene material que fue originalmente parte de la suite sinfónica Costa Rica aérea, del 2016, y la otra mitad es una adaptación.
El 12 de noviembre conversé con Andrés, y a mi pregunta sobre qué sintió representando a Costa Rica en una actividad tan importante, respondió: “Asistí a la ceremonia muy emocionado, y aunque no gané, fue un honor... Fue doblemente especial que la obra fuera celebrada internacionalmente, ya que yo solía frecuentar de adolescente los conciertos de la Orquesta Sinfónica en el Teatro Nacional. Ahí se concretó mi sueño de ser compositor algún día. Por lo tanto, fue un honor ser nominado a un premio de tal categoría con una obra ejecutada por la misma orquesta que despertó mis sueños”.
Manuel Matarrita, por su parte, es el pianista más activo. Este año fue solista de la OSN en el concierto para piano de E. Grieg; además, dio una serie de recitales tanto en nuestra tierra como fuera de ella. Lo más sobresaliente es que montó un bello repertorio de obras de mujeres costarricenses que difundió ampliamente.
El violinista, director de orquesta y compositor Eddie Mora ha dirigido orquestas en Berlín, Düsseldorf y Hamburgo, y reinterpretó la obra Guernica en Berlín con músicos latinoamericanos y españoles.
Continúa la actividad de grupos del género barroco, entre estos, Syntagma Musicum, Folías, Zéfiro y Consort de Violas. El dueto conformado por el tenor Marco Antonio López y el pianista Gerardo Meza se mantuvo en constante actividad durante el 2024, en distintos auditorios en el país. Su repertorio es muy variado y su énfasis está en las obras de costarricenses y latinoamericanos.
También la violinista María Lourdes Lobo, junto con la pianista brasileña Rubia Santos, se dedicó a dar algunos recitales. Su meta fue grabar las 10 Sonatas para violín y piano de Beethoven en el estudio de grabación manejado por el compositor Carlos Escalante Macaya, en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica.
La OSN, lamentablemente, termina el año con solo diez conciertos de temporada. El ministro de Cultura, Jorge Rodríguez, afirma que el año entrante volverán los doce conciertos. Igualmente, queda pendiente la escogencia del director de la OSN. Se habló de tres costarricenses: Alejandro Gutiérrez, Walter Morales y Eddie Mora.
Me llama terriblemente la atención que ni siquiera consideraran a la talentosa Gabriela Mora, quien recientemente terminó un doctorado en Dirección de Orquesta en Texas. Ninguno de los tres candidatos posee ese grado académico.
Es el eterno problema en perjuicio del género femenino, que se refleja en el ámbito musical contra las compositoras y ahora contra una directora de orquesta.
Seis directores extranjeros estuvieron a cargo de un concierto cada uno durante el año, y probablemente, debido a las presiones de los integrantes de la OSN, el ministro no escoja a un nacional.
Aplaudo que las políticas hayan ido cambiando y que se invite a tocar como solista a más costarricenses; sin embargo, persiste el menosprecio de las obras compuestas por artistas nacionales.
Deberían aprender de México, donde existen leyes para ayudar a todo tipo de artista de ese país. Si hablamos de música clásica, allá se le da gran importancia al repertorio de sus compatriotas.
En cambio, en Costa Rica no se estimula la ejecución de obras costarricenses, sin importar el sexo del compositor. Esta es una lucha que lleva muchos años y el avance es casi imperceptible.
Aquel dicho “nadie es profeta en su tierra” es evidente cuando se analiza el trato prodigado a los compositores y, especialmente, a las compositoras nacionales.
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Pilar Aguilar pianista y compositora.