Corría el año 1843 cuando Charles Dickens publicó su famoso “Cuento de Navidad”, también conocido como “Canción de Navidad”. El contexto es importante para entender no solo la relevancia de esta obra literaria, sino también por qué algunos afirman que él es el responsable de la forma cómo celebramos la Navidad, al menos en el hemisferio norte o en el mundo anglosajón.
Por aquellos años, como es conocido, la Revolución Industrial estaba en auge en Inglaterra con las consecuencias sociales que eso implicaba: jornadas laborales de 16 horas, trabajo infantil y ausencia de vacaciones, salario mínimo y derechos laborales en general.
La celebración pomposa de la Navidad estaba reservada a las clases adineradas que podían darse el lujo de no trabajar aquellos días, de pagar un buen banquete y de costear regalos costosos.
Décadas después, a pesar de los grandes avances en la legislación laboral, diciembre sigue siendo una época muy dura para muchas familias de nuestro país y del mundo. No me refiero solamente a las razones que adolecían a los contemporáneos de Dickens —incapacidad para pagar por regalos y festejos, o bien, tener días libres—, me refiero, principalmente, a que lo que hemos ganado en lo material, lo hemos ganado también en frivolidad.
El diccionario define, en una de sus acepciones, la frivolidad como dicho de aquello superficial o insustancial. Agustín de Hipona decía que la frivolidad es alegrarse sin tener contenido para esa alegría.
Con la llegada de la Navidad surge, como una rutina monótona para algunos, las prisas por comprar los mejores regalos durante el “Black Friday”, los regalos del amigo secreto de la oficina, la decoración navideña que se impone en las tiendas desde agosto; y con todo eso, una Navidad cada vez más vacía, más superficial.
Dickens podría darnos alguna pista para que la Navidad del 2024 sea distinta, para que tenga contenido. La Navidad en sí misma tiene un contenido religioso que la anima y mantiene viva: el nacimiento de Jesucristo y con ello, la alegría y la esperanza. Pero, aunque Dickens no utiliza ninguna mención religiosa directa, logra profundizar en aspectos que la incluyen: el darse cuenta de que no podemos vivir solo para nosotros, que la felicidad no está en lo material, que en la familia es donde encontramos nuestra raíz, que la vida es breve y que nuestro proyecto vital va más allá de nuestro propio beneficio.
En ese “Cuento de Navidad”, el señor Scrooge descubre después de la visita de aquellos espíritus que hay aún tiene tiempo, que aún sigue siendo Navidad, y que todavía puede hacer las cosas diferentes. En definitiva, que aún puede cambiar su vida mientras sea Navidad.
El autor es internacionalista.