Hubo un tiempo cuando una mente brillante consideró natural la separación de la especie humana en dos: los amos y los esclavos. Hubo un tiempo en que Aristóteles, el gran pensador griego, inspirador de todo el conocimiento humano, así razonó. Hubo un tiempo en el que el hombre blanco subyugó al negro y lo hizo esclavo por naturaleza. Por siglos, nadie lo cuestionó.
Hubo un tiempo en el que el rey sometió al súbdito, porque la monarquía era la forma natural de gobierno. Dios daba y quitaba el poder. Pasaron siglos para que el súbdito se cuestionara esa naturalidad de mandar. Hubo un tiempo en el que el sometimiento de la mujer al hombre era natural. ¡Cómo no iba a serlo! Si había nacido, naturalmente, de nuestra costilla. Era imposible pensar en la rebelión de la mujer. Sería ir en contra de la naturaleza misma de su ser y contra Dios.
Hubo un tiempo cuando el hombre se atribuyó un derecho absoluto de posesión sobre las emociones de la mujer, sobre sus sentimientos y sobre su cuerpo. El amo de la mujer le exigió algo más que obediencia: la obligó a entregarse por entero a él. La esclavizó, la sometió, la anuló y lo que es peor, no le permitió saber. Le vedó su derecho natural al conocimiento. Solo el hombre podía conocer y el desarrollo humano avanzó lentamente, a medio motor.
Si el ser humano llegó hasta donde está, habiendo anulado a la mujer, de la forma en que lo hizo, ¿dónde estaríamos hoy, si desde un inicio, con Aristóteles, a la mujer se le hubiera dado el lugar que por naturaleza merecía? ¿Es que no nos hemos dado cuenta de que la humanidad ha estado viajando, desde hace siglos, a media asta, a medio cerebro, a media naturaleza, al haber anulado el aporte de su otra mitad?
Hubo un tiempo en que esto ocurrió sin que nadie lo notara, pero la naturaleza femenina despertó.
Hoy, la mujer es dueña de su destino (aunque muchos pretendan que no), está ocupando el liderazgo que otrora se le negó. Gracias a ella, como nunca antes, la humanidad experimentará una transformación: hombres y mujeres, las dos mitades, forjando unidos el desarrollofamiliar, económico, político, social y cultural de la humanidad.
La literatura, el arte, la ciencia, la ingeniería, la medicina, el derecho, la genética, la matemática, la filosofía, la política… En fin, cada área del saber se acrecentará con los aportes que la otra mitad ha comenzado a generar. Ahora, ávida de crear y de crecer, la mujer desplegará sus alas para nunca más permitir que ser humano alguno ose doblegarlas…
Hubo un tiempo en que el hombre oprimió la mitad más importante de la naturaleza humana, pero ya no más.