Me refiero a la columna Ojo crítico de mi apreciado exprofesor don Rodolfo Cerdas, del domingo 27 de julio. No entiendo por qué se insiste en confundir la paz con la inocencia. Eso es lo que hace don Rodolfo con los ejemplos que da.
No creo que todo se pueda resolver con paz, aunque sí creo que la violencia engendra más violencia. Esa es una enseñanza muy clara de la humanidad y de la civilización.
También es bastante discutible la relación inmediata entre legítima defensa y posesión de armas. Esa falacia fue explicada hace unos días en La Nación por un joven abogado. También seis muy distinguidos constitucionalistas explicaron de forma contundente que ni la primera, muchos menos la segunda, pueden considerarse como derechos fundamentales en Costa Rica.
Más allá de esa discusión de fondo, hay que tener cuidado con afirmaciones que hace don Rodolfo que no son ciertas con respecto a la propuesta enviada por el Poder Ejecutivo para regular las armas de fuego.
No es la intención de ese proyecto desarmar a la población. Se mantiene la posibilidad de que las personas posean y porten un arma de fuego, considerada suficiente para defenderse.
Eso sí, se incrementan los requisitos y pruebas para asegurar que las sepan usar, que las guarden correctamente y que no pasen accidentes como vemos todas las semanas en los periódicos, donde hasta niños han sido víctimas de armas que supuestamente estaban en el hogar para “defenderse”.
Tampoco es cierto que se quieran eliminar derechos patrimoniales. El proyecto presenta un transitorio para que aquellos que tienen armas inscritas conserven la vigencia de los permisos correspondientes.
Lo que sí es cierto es que el proyecto pretende, sobre todo, quitar las armas de los delincuentes. Por eso se sanciona más severamente a quien tenga o porte armas ilegales, o legales sin los respectivos permisos.
Los diputados están prontos a iniciar la discusión de esta importante propuesta y deberán estar atentos al debate nacional sobre el tema. Yo digo que la relación de las armas de fuego con la violencia, el delito y el crimen es inevitable e incontestable.
Puede que se esté o no se esté de acuerdo con ese argumento, pero no se vale decir cosas que no son ciertas.