La reunión de la Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica concluyó recientemente en Cali, Colombia, con el objetivo de impulsar el cumplimiento del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, un acuerdo histórico orientado a detener la pérdida de biodiversidad de aquí al 2030.
Entre los principales logros se destaca la creación de un organismo enfocado en los derechos, roles, territorios y conocimientos de los pueblos indígenas y afrodescendientes, la protección de los océanos y la integración de la biodiversidad con la acción climática.
Otro resultado relevante fue la aprobación de un fondo de información de secuencias digitales (DSI) relacionado con recursos genéticos, introduciendo un mecanismo de financiamiento innovador.
El fondo establece que industrias como las farmacéuticas y cosméticas, que utilizan secuencias de ADN en la producción, deberán contribuir económicamente. Esos recursos apoyarán a los países proveedores a la protección y conservación de su biodiversidad.
El acuerdo, sin embargo, es de carácter voluntario, lo que implica que los gobiernos deben implementar estas normas de manera interna. Esta situación, junto con la falta de progreso en el financiamiento prometido en reuniones anteriores, provoca desilusión con respecto al extenso camino que queda por recorrer para cerrar la brecha financiera para la conservación de la biodiversidad.
El financiamiento sigue siendo el punto crítico de estas conferencias, mientras el planeta se acerca a un umbral de pérdida de biodiversidad irreversible.
El Informe del planeta viviente 2024 revela que las poblaciones de vida silvestre monitoreadas disminuyeron un 73 % en los últimos 50 años, con descensos alarmantes en América Latina y el Caribe (un 95 %), África (un 76 %) y Asia-Pacífico (un 60 %); y los ecosistemas de agua dulce un 85 %. Las tasas de extinción de especies se estiman entre 10 y 100 veces por encima de las tasas naturales.
A pesar de estas cifras preocupantes, persiste la falta de conciencia sobre la importancia de los ecosistemas que destruimos, esenciales para nuestra supervivencia.
La biodiversidad proporciona alimentos, agua potable y oxígeno, y su degradación incrementa el riesgo de brotes de enfermedades infecciosas. Se calcula que el 75 % de las enfermedades infecciosas emergentes son zoonóticas y suelen surgir en lugares donde los ecosistemas son alterados. La pandemia de covid-19 subrayó el frágil vínculo entre la pérdida de biodiversidad y la salud humana.
Más allá de los argumentos éticos y morales, la biodiversidad sostiene nuestra salud. La revista The Lancet recuerda que muchos medicamentos farmacéuticos provienen del mundo natural. La penicilina se obtuvo por primera vez del hongo Penicillium, la morfina de la adormidera Papaver y hasta el 70 % de los medicamentos contra el cáncer tienen origen en productos naturales o compuestos inspirados en la naturaleza.
Al menos uno de cada diez medicamentos esenciales recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) proviene de plantas con flores. Además, más del 80 % de la población mundial recurre a algún tipo de medicina tradicional.
La biodiversidad también es fundamental para el bienestar mental y emocional. Se ha demostrado que los espacios verdes con mucha diversidad natural ofrecen mayores beneficios para la salud mental que aquellos sin ella.
En un mundo cada vez más urbanizado y con creciente industrialización, la reducción de los espacios naturales aumenta el costo psicológico y los riesgos para la salud física y las comunidades.
Cada especie que desaparece representa una forma de vida única, el resultado de casi 4.000 millones de años de evolución, y una pérdida de nuestro patrimonio colectivo.
La pérdida de biodiversidad interrumpe vínculos culturales y conocimientos tradicionales transmitidos por generaciones. La biodiversidad de Costa Rica es un tesoro incalculable que requiere esfuerzos continuos para su protección. La ciencia, junto con la voluntad política y la participación ciudadana, será esencial para asegurar que este legado se conserve para el futuro.
La integridad ecológica es crucial para limitar la aparición de enfermedades zoonóticas y sus efectos sobre la salud humana, la economía y las sociedades. La protección de la biodiversidad no es solo una cuestión ambiental, sino una necesidad de supervivencia humana y de salud pública.
El autor es analista ambiental y fue presidente del Consejo Científico de Cambio Climático de Costa Rica.