Las luchas por la seguridad social empezaron en Costa Rica desde finales del siglo XIX y alcanzaron un logro básico a inicios de la década de 1940, con la fundación de la Caja Costarricense de Seguro Social. Pese a las tendencias favorables a la privatización de la medicina en el país, la CCSS sobrevive valientemente para beneficio de los costarricenses.
La CCSS afecta directamente el bienestar emocional y la salud de la población, pese a que todos los días se hace un escrutinio de su quehacer. A tal punto llega nuestra relación con la Caja, que pensamos y discutimos sobre ella diariamente sin aquilatar, exactamente, el efecto directo que la institución tiene sobre nuestras vidas.
El 2 de enero del presente año, tuvimos que llevar a mi madre a emergencias del Hospital Calderón Guardia. A nuestra llegada y por su delicada condición, fue atendida con celeridad. A las pocas horas había sido operada y puesta en cuidados intermedios.
Ya nuestra madre tiene casi 50 días de estar hospitalizada y, pese a los diagnósticos en contra, sigue batallando por su vida. Los médicos, enfermeras, auxiliares y demás personal del Calderón Guardia la han atendido con la dignidad que se merece y han luchado decididamente por su vida. Nuestra madre no es una excepción: igual cuidado hemos podido constatar en la atención de otros pacientes.
Los costarricenses damos por un hecho los logros de nuestra sociedad en el campo de la seguridad social, y a menudo los subvaloramos hasta que algo como lo sucedido con nuestra madre se presenta.
Hoy hago público el agradecimiento de mi familia y el mío propio al personal del Hospital Calderón Guardia por las atenciones brindadas a nuestra madre y por estar a su lado en su lucha por la vida.