Los estadounidenses prefirieron a un convicto de presidente que a una mujer. Desgraciadamente, es el reflejo de la sociedad en la que nos encontramos. Más bien, un presidente con tantos cargos penales es el menor de nuestros problemas; nos enfrentamos a la ola más grande de misoginia y xenofobia entre la juventud en años.
La victoria de Donald Trump fue declarada tras ganar en estados péndulo que forman parte del denominado “muro azul”, como Pensilvania, a pesar de que la vicepresidenta Kamala Harris se empeñó en voltear estos estados a lo largo de su corta campaña.
Es la segunda vez en ocho años que una mujer estadounidense del partido demócrata fracasa. Aunque Estados Unidos se dice llamar una nación diversa, la verdad es no se encuentra lista para tener a una mujer al mando del poder ejecutivo; mucho menos, negra.
La aversión al cambio crece significativamente en la juventud a escala global, sobre todo porque la campaña Trump-Vance fue liderada por autodenominados “hombres alfa” de generaciones distintas, como Joe Rogan, Elon Musk y Adin Ross.
Incluso el día de la elección, las votaciones fueron promovidas como una guerra entre géneros y que votar por Harris les quitaría la masculinidad. Esta campaña de derecha extrema tiene como objetivo mayoritariamente a la generación Z, porque es fácil influir en ellos.
De acuerdo con un estudio del King’s College de Londres, los hombres de la generación Z son más propensos que los baby boomers a creer que el feminismo es dañino.
Las muchas mujeres que acusan a Donald Trump de conducta sexual inapropiada no fueron un inconveniente para sus votantes, quienes prefirieron atacar a una candidata calificada como Kamala por su “historia sexual promiscua”, incluso llegaron a sugerir que ella se acostó con hombres hasta llegar a la cima.
Por tanto, no es sorprendente que los republicanos quieran salirse con la suya con respecto al controvertido Proyecto 2025, que contiene propuestas para obligar a las mujeres a reportar todo aborto espontáneo al gobierno federal y eliminar los anticonceptivos.
Aunque Trump rechaza el proyecto y no lo incluyó en su plan presidencial, muchas de sus promesas se entrelazan al atacar a las mujeres, migrantes y comunidades marginadas por igual.
La presidencia de Trump no solo representa un retroceso en la lucha por la autonomía corporal de las mujeres; un plan de deportación masiva presenta a los migrantes como enemigos del Estado con “tolerancia cero” sin las debidas protecciones del debido proceso.
Aun así, impulsados por el odio, el 45 % del voto latino se inclinó hacia el expresidente. Con él, pende sobre millones la deportación o el encarcelamiento masivo.
Como presidente, Trump seguirá favoreciendo a la clase alta ultrarrica, cortando sus impuestos e incrementando los de la clase media que Kamala planeaba favorecer. No es sorprendente que Musk esté a favor del candidato republicano, incluso participó en la campaña política poco ética al regalar millones de dólares a votantes de Trump.
En el estado de California, una expectativa de voto este jueves daba como resultado el rechazo de la Proposición 6 que plantea prohibir el trabajo forzado de los reos y la Proposición 32 que pretendía incrementar el salario mínimo.
La ola xenófoba y clasista se encuentra en su punto más alto en los EE. UU., con el presidente electo encaminando al país hacia esa dirección. El discurso de odio crece exponencialmente en el mundo, y la victoria de Donald Trump lo confirma.
No se trata de que Kamala Harris fue derrotada, lo cual era posible predecir debido a una campaña tardía y desenfocada; se trata de la proliferación de una retórica de odio antimigrantes, antimujeres y antiminorías que continuará aumentando hasta que la ola nos ahogue.
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José Rubén Arguedas Chinchilla es estudiante de secundaria.