La autora explica cómo se encuentra sentido según la teoría del psiquiatra Viktor Frankl
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PorPaula Mora Mora
En el libro La presencia ignorada de Dios, de Viktor Frankl, escrito con una retórica delicada y léxico bastante técnico, el autor nos lleva al interior, donde parece que se encuentra el sentido de la vida (Dios). Cual cebolla de tres capas, esboza la profundidad de una tricotomía vedada al ser humano y a la que se accede bajo los límites de la existencia. Cuando el caos externo excede los recursos de la persona, esta necesita trascender y buscar en su interior la fuerza constitutiva de sentido, según este autor.
Al analizar el discurso de quienes han atravesado grandes sufrimientos, se escucha que se requiere una fuerza exterior para atravesar los valles de sombras. Me pregunto si esa fuerza, que puede tener nombre o no, se encuentra realmente fuera o proviene de dentro.
Comprender esa fuerza, el sentido, el ser al que se acude con nombre o sin él, resulta imposible, supera la finitud del ser humano, el intelecto no lo puede conocer, pero el sentido, la fuerza o ese ser, se puede sentir y vivir en los umbrales del dolor.
Cuando el caos exterior empuja al ser humano hacia dentro, va cavando cual insecto las hojas de una cebolla, pasa el cuerpo y todas sus fragilidades, llega al alma o a lo psíquico y encuentra una faro, pero sobrepasa las capas hasta llegar al espíritu y descubre que no está solo.
Los hilos del sufrimiento que le presionan desde fuera le conectan muy dentro con la energía y la luz llena de sentido que se desdobla nuevamente hacia fuera y se entreteje con los mismos hilos de dolor de otros que se encuentran en el exterior.
¿Por qué en Alcohólicos Anónimos y en el sufrimiento se invoca a alguien más? Las capas externas de la persona parecen débiles y finitas, pero, conforme se adentra en las profundidades del ser, se descubre la grandeza del espíritu humano con hilos que tocan lo divino y al otro.
De acuerdo con Frankl, existe realización en el sufrimiento y a través de él. Cuando los recursos externos se agotan, se debe aceptar el sufrimiento y, al hacerlo, se le dota de sentido personal y se asume por motivos propios y no corporales o psíquicos.
El ser humano puede entonces elevarse o internarse, y dotar de un sentido superior, personal e íntimo, la carencia de sentido que el mal provoca en lo inferior o exterior, o sea, físicamente e incluso en los niveles intermedios o psíquicos.
Para Frankl, el sentido puede venir de: 1) actividades creativas, 2) servir a otros, 3) experiencias contradictorias, 4) el compromiso con una decisión, 5) la conexión espiritual, 6) percibir tareas sin sentido a través de una lente significativa, 7) crear y perseguir metas y 8) mantener una actitud incondicional de fortaleza.
Se plantea entonces una posición tricotómica del ser en el mundo, al cual se enfrenta con una fuerza inconsciente incomprensible para la finitud humana donde se encuentra el sentido de la existencia y se equipara ese sentido con Dios. Entonces, la amarga cebolla al fuego se convierte en un suave y dulce manjar.
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