Después de un corto período de fiestas de fin de año, donde el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo es el centro de toda actividad, pasamos a celebrar el fin de año con los “toros a la tica”, como parte de los festejos populares.
De vuelta en nuestro trabajo en el Servicio de Cirugía General del Hospital Calderón Guardia, me veo en la obligación de comentar cuál es el panorama parcial de esta mal llamada diversión, cuyo saldo son muchos ciudadanos golpeados y varios de ellos lesionados de forma gravísima.
Este recuento de daños tiene que llamar a la reflexión y conducirnos a decidir si esta manera de divertirse debería experimentar un cambio.
Al 4 de enero del 2016, según la estadística del hospital, 44 pacientes –entre estos una mujer– habían sido trasladados del redondel de Zapote a Emergencias para ser examinados por golpes o fracturas, la mayor parte de ellos, por lo que fueron inmovilizados y enviados a su casa el mismo día.
Algunos serán operados después, dependiendo de la seriedad de los golpes, y permanecerán incapacitados durante unas semanas.
Dos hombres debieron ser internados y tratados por los especialistas de nuestro hospital por traumas en el tórax. A ambos se les colocó un tubo debido a una ruptura de la pleura.
Otro “torero” fue operado de forma inmediata de una herida profunda en un glúteo. Su recuperación será lenta.
El último, y es al que le dedico más tiempo, es un hombre joven que fue corneado por un toro furioso. El resultado fue que sufrió una lesión gravísima en la arteria axilar y la vena subclavia derechas, así como una lesión en los nervios del brazo derecho y la perforación del pulmón derecho.
Este hombre necesitó una cirugía de cinco horas, donde participaron varios especialistas. En este momento se encuentra grave, en recuperación y el pronóstico sobre su futuro es sombrío.
Como podemos ver, el impacto de las corridas es muy serio y tiene grandes implicaciones personales, familiares y para el Estado costarricense.
Ninguno de nosotros desea que un familiar sea víctima de una lesión menor, mucho menos tan graves como las descritas, causada por una diversión equivocada.
Estimados señores encargados de la organización de los Festejos Populares: reflexionemos un poco sobre el asunto, los insto, como ciudadano de nuestro país, a tomar las medidas necesarias para modificar las corridas de toros y así evitar este tipo de lesiones. Sé que existen otras opciones. La más obvia es no utilizar toros de casta, pero también pueden buscar otros medios de diversión para evitar el dolor y la angustia de nuestras familias.