Higía era la diosa de la curación para la antigua cultura griega, y de su nombre se deriva el término higiene. Habitualmente, es representada como una mujer joven que alimenta una gran serpiente enrollada en el brazo.
Era la diosa de la limpieza y la sanidad. Hija de Asclepio, dios de la medicina, es retomada por la doctrina hipocrática en un conjunto de normas para mantener la salud y prevenir las enfermedades.
Esas normas fueron descritas en obras que conforman el corpus hippocraticum. En su libro Sobre los aires, aguas y lugares, Hipócrates (460 a. C.) presenta las diversas propiedades organolépticas del aire y las aguas que afectan la salud de la población a causa de los cambios medioambientales en los diferentes lugares.
Es necesario, decía, tener en cuenta la influencia positiva de los elementos. Conforme la higiene fue evolucionando, en los últimos 2.500 años, las prácticas de aseo se extendieron a la limpieza corporal, los espacios donde se habita, incluidos los lugares de trabajo y la comunidad.
Lógicamente, esta definición simple encierra un contenido elemental, ya que la falta de higiene suele tener consecuencias tan definitivas como la enfermedad y la muerte de los seres humanos.
Esto se ha visto reflejado en el análisis de las 21 pandemias históricas, en las cuales el hacinamiento, la escasez de agua y la deficiente disposición de excrementos facilitó la transmisión de gérmenes y el desarrollo consecuente de enfermedades como el cólera, la peste bubónica, la viruela, la tuberculosis y la influenza, entre otras.
Un ejemplo reciente son las medidas decretadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a escala planetaria para intentar poner freno a la crisis sanitaria de la covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Las medidas son el distanciamiento físico de 1,8 metros, el lavado de manos con agua y jabón, el uso de mascarillas para evitar la exposición al virus.
No obstante, de Higía a la covid-19 existen conceptos que es necesario aclarar. Primero, los 1,8 metros establecidos al principio por la OMS entre las personas son incorrectos porque después se comprobó que la medida se fundamentaba en que los virus se transmitían en partículas superiores a 100 micras (una micra equivale a la millonésima parte del metro).
Se pensaba que viajaban y caían al suelo en no más de dos metros. Pero luego fueron detectadas partículas o copias del virus en el aire, en aerosoles, a distancias de dos y hasta cinco metros de las personas infectadas.
Por lo que en ambientes interiores mal ventilados, la concentración del virus en el aire aumenta. Dicho con otras palabras, la higiene completa debe incluir, además del cuidado personal, la limpieza esmerada del sitio o lugar físico donde nos encontremos y la adecuada ventilación de los establecimientos cerrados.
A la luz de todos estos hallazgos, la higiene debe incluir la buena calidad del aire, como lo indicó Hipócrates hace dos milenios y medio.
El autor es microbiólogo y salubrista público, director del Laboratorio Nacional de Aguas del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA).