El 8 de abril de 1816 vino al mundo, en Taras de Cartago, quien a sus 40 años respondió la proclama del presidente Juanito Mora para defender la patria de los filibusteros de William Walker.
Pancha, como le llamaban, marchó con las tropas costarricenses y fungió como cocinera, enfermera y hasta sepulturera.
Empuñó las armas para la toma del mesón, el 11 de abril de 1856, y se distinguió en esa lucha cruenta cuando participó en la recuperación del cañón, que los filibusteros le habían arrebatado a nuestro ejército.
También sobresalió en las acciones de la Campaña del Tránsito, cuando nuestros compatriotas impidieron el paso de barcos que abastecían a Walker y sus correligionarios.
Toda aquella heroicidad de esta mujer campesina le fue reconocida por el presidente Mora, quien la condecoró después de pasada la guerra que revindicó nuestra soberanía.
Su despliegue como enfermera la destaca en una declaración jurada, ante un juez civil, en 1889, Luis Pacheco Bertora, a quien Pancha atendió después de que este cartaginés saliera gravemente herido en el primer intento que hicieron los nacionales para quemar el mesón.
“Fui asistido, en toda mi enfermedad, por la señora Pancha Carrasco, esto hasta que fui conducido al hospital”, narró Pacheco Bertora.
Cuando ella murió, el 31 de diciembre de 1890, se decretó duelo nacional y se le rindieron honores militares en su sepelio, como general de división.
La Asamblea Legislativa primero le dio el rango de defensora de las libertades patrias y, años después, de heroína nacional.
Entre los últimos homenajes recibidos está que el Colegio de Guadalupe de Cartago lleve su nombre, así como el nuevo puente entre Taras y la ciudad de Cartago, a pocos metros del lugar de su nacimiento.
A pesar de que ese acuerdo de la Comisión de Nomenclatura Nacional tiene varios años, no hay una placa que determine este bautizo, gestionado por vecinos de su tierra natal.
El autor es corresponsal de La Nación.