Ahora se presentan dos feminismos: uno en defensa de la mujer y otro radical o negativo, prendado de invenciones fantasiosas y en favor de minorías. Este último, el radical, se fundamenta en una antropología meramente biológica o de “tecnorredención” de la persona y no va dirigido a la verdad, la libertad responsable y la consecución del bien.
Tal tarea de todos los días es desempeñada tanto por la mujer como por el hombre. Se trata de una tarea objetiva, concreta, denominada patrimonio de la humanidad, propia de todo país.
El feminismo radical pregona un relativismo. Por ejemplo, combate la maternidad, conceptuada como enemiga de la mujer. Asimismo, combate la relación hombre-mujer, esposo-esposa, esposa-esposo. Para este pseudofeminismo, el matrimonio es una simple creación cultural.
Para el experto J.A. Reig Pla, ese feminismo pretende “derrumbar el valor humano mediante la multiplicación de las entidades de género”, como las citadas (cfr. Los retos de la familia en el contexto actual, p.20).
Según expresa este autor: “Resulta curioso que la dialéctica de los sexos propuesta por Engels como origen y expresión de la primera lucha de clases (núcleo del marxismo), se haya desarrollado en la ideología de género, y, a la vez, mediante un proceso de ingeniería social, haya sido también asumida por el pensamiento liberal” (op. cit., p.4).
Revolución sexual. En cuanto a la revolución sexual J.A. Reig Pla afirma lo siguiente: “La revolución sexual que ha venido gestándose desde los albores del siglo pasado, hunde sus raíces en el marxismo y en el existencialismo de corte a la vez marxista y liberal” (op.cit.,p.14).
De prosperar la educación sexual impuesta por el Ministerio de Educación a una población cautiva de escuelas y colegios, educación cuyo ciclo final termina en el placer, en el país se puede incrementar el turismo sexual.
Unos de los voceros de este tipo de educación han sido Herbert Marcuse y Wilhelm Reich, enemigos de la ética sexual considerada por ellos como una imposición de poder.
Como puede apreciarse, los gestores del feminismo radical han “conseguido desarmar el entramado jurídico que sostenía el bien y la dignidad de la vida humana, del matrimonio y de la familia”, expresa el autor citado (p.21).
El filósofo Julián Marías explica cómo la mujer estabiliza al hombre, pues solo ella es capaz de introducir en el machismo “la suavidad secreta del corazón” (Chesterton). O sea, capaz de hacerlo que ame.
La mujer debe saber que el primer hijo de su matrimonio es el esposo, porque, queramos o no, los hombres somos niños grandes. La mujer, en cambio, puede ser madre e ir a mucho más, a un feminismo más real, sin dejar de ser persona humana.
El autor es abogado.