La publicación del 16 de febrero de la Sociedad Administradora del Fondo de Inversión del Banco de Costa Rica (SAFI BCR) confirmó lo que los inversionistas habíamos advertido y denunciado: el Parque Empresarial del Pacífico (PEP) fue un engaño.
El anterior dueño lo había comprado en $16 millones y lo vendió a la SAFI en $70,8 millones, fundamentado en avalúos hechos por firmas que uno perfectamente puede pensar que son de corte Mickey Mouse.
La SAFI del BCR reconoció como “hecho relevante” un valor razonable de $28.080.000. No queda duda de que se procedió de forma inadecuada y la pérdida asciende a $42,2 millones, una caída en el valor del Fondo de Inversión Inmobiliaria No Diversificado del 60 %, es decir, un desastre en cualquier circunstancia.
Obviamente, los inversionistas trabajamos para recuperar el dinero invertido de buena fe en una entidad estatal, que forma parte de un conglomerado de la banca estatal. El Estado y sus instancias son las responsables de que el mercado inmobiliario financiero marche como Dios manda, pero les fallaron a confiados ciudadanos.
Es de esperar que el BCR y las entidades supervisores y judiciales lleven este caso hasta las últimas consecuencias, aunque no ha sido la característica en otros hechos similares.
Tengo la certeza moral de que el presidente del BCR, con experiencia de primer orden en banca, asumirá la responsabilidad que le corresponde.
También tengo fe en que la Superintendencia General de Valores (Sugeval), dirigida por un funcionario de primer orden, utilizará las herramientas a su alcance para corregir esta situación y actuará para que no vuelva a darse.
A los frustrados inversionistas nos gustaría recuperar lo perdido, un riesgo para el que no estábamos preparados, pero también nos interesa que el mercado inmobiliario financiero se purifique.
El autor fue profesor Ciencias Políticas en la UCR.