Se entiende por presión selectiva aquello que limita la supervivencia de una población y favorece a los individuos más resistentes a un patógeno viral específico.
Las poblaciones virales, en ocasiones, reducen su virulencia con el tiempo para permanecer en su huésped en busca de llegar a una coexistencia pacífica entre ambos, dando origen a los denominados reservorios virales, donde especies animales se comportan como portadoras sin presentar síntomas de enfermedad. Luego, por alguna circunstancia, uno de estos virus «salta» a la población humana y produce una enfermedad. Es lo que pasó con la covid-19, el sida y nuevas cepas de la gripe.
Lógicamente, los nuevos virus suelen causar situaciones negativas o epidemias. Pero a largo plazo, nos moldean y seleccionan a los más fuertes y, si no nos matan, nos hacen más fuertes.
Los virus son generadores de diversidad genética, es decir, grandes inventores de genes, mediante el mecanismo de copia de sus genomas, causando muchas mutaciones que transforman la progenie.
Aunado a lo anterior, algunos genomas virales son capaces de mezclarse entre ellos, lo cual acarrea cambios mucho más drásticos que mutaciones puntuales.
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Muchos virus tienen la capacidad de integrar su genoma en el hospedador, y se multiplican al mismo tiempo que él y se transmiten a la descendencia y, así, pasan muchos genes virales al mundo celular.
Es así como genomas de bacteriófagos aportan a las bacterias capacidades de resistencia a la acción de los antibióticos o a la producción de toxinas, que les dan una ventaja frente a otras bacterias competidoras. Con alguna frecuencia, el genoma del bacteriófago se separa del genoma celular y se lleva parte del material genético del hospedador a otra bacteria.
En este sentido, los virus constituyen un potente mecanismo de transferencia génica horizontal que provoca innovaciones evolutivas. A la inversa, los genomas de vertebrados poseen una buena parte de ADN de origen viral. En el ser humano alcanza hasta un 10 % del genoma.
La lista de funciones, actividades o procesos celulares que han surgido o han sido modificados debido a la acción de los virus es larga, por lo que, en buena medida, somos el resultado de la interacción con ellos.
Aunque lamentablemente los virus, como el recordado influenza A, de la mal denominada gripe española, también han «servido» para limitar el crecimiento poblacional, como sucedió entre 1918 y 1920, período durante el cual habrían muerto unos 25 millones de personas; no obstante, durante el proceso evolutivo, han contribuido a hacernos más humanos.
El autor es salubrista público.