Con este título, llamo la atención para evitar que nuevos y añejos liderazgos sigan actuando impunemente, frente a nuestras narices, y usemos nuestro voto para cambiar algo en concordancia con el espíritu democrático. Decía Martin Luther King al respecto que “lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”.
Contaremos esta vez con la enorme oportunidad que nos brinda la reforma del artículo 14 del Código Municipal, que limita la reelección indefinida de los jerarcas municipales. Esto hace que más de 40 alcaldes e intendentes y cientos de regidores, verdaderos caciques locales, dueños de vida y hacienda de su coto de caza, deban buscar otra cosa que hacer, por lo menos durante ocho años.
La reforma es una excelente oportunidad para que el ciudadano recupere para sí el poder y se motive a personarse a las urnas el próximo primer domingo de febrero, y si no salía a votar por frustración, porque siempre eran los mismos, pues el votante tiene una oportunidad de oro para esculcar en el escenario político y apoyar a aquel grupo de ciudadanos más cercano a sus valores.
Esto también permitirá a innumerables trabajadores públicos, honestos y deseosos de servir y no de servirse, que los hay por legiones, de denunciar irregularidades que cotidianamente los ahogan en un mar de podredumbre, a sabiendas de que, de hacerlo ante las añejas estructuras de hoy, obtienen un viaje gratis y sin retorno al ostracismo, la humillación e inclusive denuncias infundadas.
Nada garantiza que los nuevos liderazgos que sean elegidos no vayan a robar, que no se vayan a corromper, pero posiblemente no tengan todavía las mañas que proporciona el ejercicio continuo del poder y el clientelismo, ni su compromiso cuasimafioso con mandos medios corruptos, ni la estructura construida sobre la base del nepotismo que esa misma permanencia en el cargo ha facilitado.
Alguna vez un antiguo compañero, cuando yo era muy joven, al alegrarme porque se había desenmascarado un acto de corrupción en cierto departamento, me advirtió de que no me alegra mucho porque “las personas cambian, pero la movida sigue”. “Vas a ver”, manifestó.
Hay instituciones donde tienen muy poco o nada que robar, pero en aquellas donde se mueve mucho dinero, a saber, proveedurías, contratos de asesoría, supervisión de obras públicas, custodia de activos, administración tributaria y aduanera, concesión de patentes o permisos municipales, la tentación de meter las manos en lo público parece volverse irresistible.
Por las noticias nos hemos enterado de que supuestamente empresarios negocian bienes y servicios con los gobiernos nacionales o locales.
Lo anterior implicaría que las cotizaciones deben considerar el monto del regalo, premio o favor que en especie o en efectivo debe llegar a los actores claves de la compra, y que termina pagando obviamente el contribuyente, por ejemplo, los casos Cochinilla y Diamante que están en investigación y el cemento chino.
Pero también están la trocha fronteriza y más atrás ICE-Alcatel y el préstamo finlandés para la compra de equipo médico, conocido como caso CCSS-Fischel.
Resulta decepcionante saber que el Partido Acción Ciudadana (PAC), otrora adalid de la ética en su discurso público, fue condenado por estafar al Tribunal Supremo de Elecciones; que supuestamente una estructura paralela financió la campaña del presidente, Rodrigo Chaves; y que una persona investigada por lavado llevó al asesor del mandatario, Federico Cruz, a liderar el nuevo partido chavista Aquí Costa Rica Manda.
Razones para la desazón abundan, pero ello no debe ser óbice para quedarnos en casa el primer domingo de febrero. Debemos actuar como en otras sociedades, donde la mayor participación electoral se da en las elecciones locales, y tiene lógica, ya que es lo más cercano a nosotros.
Infórmese sobre lo que ocurre en su comunidad. Si le gusta lo que ve, apóyelo. Si no, decida un cambio de timón votando por alcaldes, intendentes, regidores, síndicos que aporten algo diferente, y luego vigile de cerca su actuar. Empoderémonos, nuestro voto manda.
El autor fue director de Servicio Civil.
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