No sabía de dónde había surgido la “brillante” campaña publicitaria donde se afirma que “ninguna mujer es complicada”. Ahora ya lo sé: proviene del Banco de Costa Rica, del que fui directivo durante ocho años.
A la estúpida frasecita de que “ninguna mujer es complicada” le agregaron ahora tres elementos adicionales. Otra frase que afirma que “antes nadie las entendía” y unas oficinas segregadas –solo para mujeres– del color del cuarto de las barbies –palo rosa bajito– y un nombre que confirma el estigma de la supuesta fragilidad de la mujer: Kristal.
Debo decir que durante el tiempo en que fui directivo de ese banco jamás la administración nos propuso semejante explosión de machismo bancario. Yo lo habría rechazado y, estoy seguro de que, entre otros directores, también Marta Arrea se habría opuesto a destinar $10 millones para retomar y profundizar este espernible elenco de estereotipos.
Para empezar, toda mujer –como parte de la especie humana– es, al igual que el varón, compleja, multidimensional, potencial ángel y demonio.
No solo es complicada –como ente– sino que tiene la capacidad y el derecho de serlo. De lo contrario, terminaría siendo aquel ser que se pretendía que fuera en la edad media: simple, sencilla, tejedora y bordadora y, sobre todo, silenciosa reproductora de la especie.
Pero ahora, en pleno siglo XXI, la campaña del BCR nos dice que la mujer es suavecita –palo rosa– y frágil –de cristal– y que, por ello, necesita un lugar aparte al del varón para que pueda bancarizarse: estupidez pura a tasa máxima.
Respuestas distintas. Lo que realmente necesitan, tanto la mujer como el hombre, para bancarizarse, son buenos productos y servicios, al menor precio, sin tantos requisitos y accesibles al mayor número. Es decir, que lo que los costarricenses necesitamos para bancarizarnos es que la banca estatal cumpla los fines para los que don Pepe Figueres la nacionalizó.
Si ya esta “brillante” idea de las actuales autoridades del Banco de Costa Rica nos debe llenar a todos o, por lo menos a los que no somos machistas en estado puro, hay otra cosa que debe producirnos estupor: que el presidente de la República haya avalado, con su presencia en el lanzamiento de estas “oficinas palo rosa para mujeres de cristal”, semejante manifestación del más rancio y superado machismo.
Una muestra más de la total falta de buen criterio que ha dado, a lo largo de su gobierno, don Luis Guillermo Solís. Lamentable.
El autor es abogado.