Costa Rica ha sido tradicionalmente un referente en sostenibilidad y conservación ambiental. Su enfoque en la protección de la biodiversidad, la transición hacia fuentes de energía renovables y el impulso a políticas de deforestación cero han sido aplaudidos mundialmente. Sin embargo, las nuevas dinámicas políticas y económicas globales, impulsadas por recortes en los presupuestos de cooperación internacional y reducciones en la ambición de compromisos ambientales en el marco de acuerdos globales, puede poner en peligro este modelo.
Recientemente, estamos viendo cómo gobiernos de países como Estados Unidos, Reino Unido, los Países Bajos y Alemania, entre otros, han recortado significativamente su ayuda al desarrollo y la cooperación internacional, y han redirigido recursos vitales hacia prioridades internas como la defensa y la seguridad. Estos cambios afectan directamente a países como Costa Rica, que dependen de la cooperación externa para financiar proyectos de conservación, restauración de ecosistemas y adaptación al cambio climático.
A nivel global, los recortes en los presupuestos de cooperación internacional son cada vez más evidentes, lo cual afecta directamente el financiamiento para proyectos de desarrollo sostenible, salud, educación y conservación. Un ejemplo claro de esto es el cierre de USAID, que ha suspendido cerca de $600 millones en fondos comprometidos, con un claro impacto en países como México, Colombia, Ecuador, Perú, Honduras y Haití. El cierre de proyectos que estaban en ejecución y la reducción de nuevas oportunidades de financiamiento genera un vacío en los esfuerzos vitales por mitigar el cambio climático y promover el desarrollo sostenible.
En particular, los recortes en Países Bajos son alarmantes, con una reducción de 300 millones de euros en 2025 y una disminución acumulada esperada de 2.400 millones de euros para 2027. Esto representa un recorte total de más de dos tercios del presupuesto actual de ayuda al desarrollo que daba este país. Por su parte, Reino Unido, ha anunciado una caída de entre 0,5% y 0,3% del PIB destinado a cooperación, lo que ha llevado a organizaciones como Save the Children a calificar estos recortes como una “traición” a los niños más vulnerables.
Escuchar a agencias gubernamentales hablar de sus nuevas necesidades financieras para justificar este tipo de recortes, así como oír al sector privado comentar sobre el cambio de prioridades de sus inversionistas, es un golpe de realidad sobre las implicaciones de mover una ficha en el ajedrez de la configuración geopolítica. Sin embargo, lo que está en juego es el futuro de todos.
Retroceso para acuerdos ambientales
Otro efecto de la reorientación de las prioridades globales hacia la defensa y la seguridad es el debilitamiento de los compromisos internacionales en materia ambiental. A medida que los países se centran en sus propias agendas internas, los acuerdos multilaterales, como el Acuerdo de París y el Convenio sobre la Diversidad Biológica, corren el riesgo de volverse menos ambiciosos, lo que puede desacelerar las acciones necesarias para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esto, a su vez, pone en peligro el futuro del planeta.
En el caso de Costa Rica, que ha jugado un papel crucial en la defensa de la biodiversidad global, un debilitamiento de estos compromisos internacionales puede tener repercusiones significativas. La pérdida de apoyo internacional a nivel de políticas públicas, inversiones en infraestructura verde y colaboración técnica podría frenar la agenda ambiental nacional que ha colocado al país como líder en sostenibilidad.
Uno de los aspectos más críticos cuando se habla de estos recortes globales es el debilitamiento de los requerimientos de mercado relacionados con la sostenibilidad. A nivel mundial, podrían debilitarse los mercados de carbono, la certificación de productos sostenibles y las regulaciones sobre trazabilidad de productos como el café y el cacao.
En Costa Rica, las políticas que fomentan la agricultura regenerativa, la producción sostenible de café y cacao, y la protección de las reservas de carbono en los bosques, podrían verse amenazadas si no se encuentran nuevos mecanismos de financiamiento.
Costa Rica ha aprovechado los mercados internacionales para impulsar su economía verde, pero los cambios en los compromisos globales podrían llevar a una reducción de la demanda y las certificaciones de productos responsables, con un efecto perjudicial en los ingresos de los pequeños productores y la competitividad de sus exportaciones.
Del reto a la oportunidad
A pesar de los desafíos planteados por los cambios políticos y económicos globales, Costa Rica tiene la oportunidad de fortalecer su resiliencia y diversificar sus fuentes de financiamiento. Si bien la cooperación internacional ha sido clave, el país puede enfocarse en crear incentivos para la inversión privada en sostenibilidad y explorar nuevos modelos de financiamiento, como el uso de bonos verdes y el mercado voluntario de carbono.
Aunque la reducción de la cooperación internacional y el debilitamiento de los compromisos globales suponen un obstáculo, Costa Rica tiene las herramientas y el potencial para seguir avanzando en su agenda ambiental.
Es fundamental que busquemos nuevas formas de financiar y promover la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático. La transición hacia una economía más verde no es solo una oportunidad ambiental, sino también una necesidad para garantizar un futuro más justo, próspero y resiliente para todos.
aimee_lb@yahoo.com
Aimée Leslie es gestora ambiental y doctora en transiciones hacia la sostenibilidad.
