Como joven, con profundo interés en el bienestar de mi país, me siento preocupado por el estado de la política costarricense. Los recientes casos Diamante, Cochinilla y cemento chino dejaron al descubierto presuntos actos de corrupción y de falta de transparencia en el actuar de los gobiernos locales y nacional, lo que erosiona la confianza de los ciudadanos en las instituciones y sus líderes políticos.
Como resultado, me siento inseguro acerca del futuro de mi país, un futuro que desde niño se me prometió libre y democrático, y dependiente de mi propia capacidad y posibilidad para participar en la política de manera significativa.
La corrupción es un problema en todas las sociedades, dado que su principal elemento generador, la codicia, es consustancial a la naturaleza humana. En los últimos años se repiten hechos preocupantes que van saliendo a la luz pública, lo que conduce a la necesidad de crear conciencia sobre los daños que ocasiona. Es un problema que socava los cimientos de la sociedad, desde la economía hasta la política y la justicia.
En términos simples, cuando los funcionarios, en contubernio con operadores privados, se involucran en actos corruptos, los intereses públicos se ven comprometidos, y los recursos del Estado son mal utilizados. Esto puede llevar a una mala gestión de los servicios, a opacidad y a la pérdida de confianza en las instituciones democráticas.
Por el caso Diamante, uno de los escándalos de supuesta corrupción más notorios de nuestra historia reciente, se investiga a altos funcionarios, incluidos actuales alcaldes, por recibir, aparentemente, beneficios ilegales de empresas para obtener contratos de construcción, mantenimiento y supervisión de obras públicas cantonales. Un espejo del escándalo internacional conocido como caso Odebrecht, que sigue salpicando vergonzosamente a América Latina.
El caso Cochinilla también involucra a funcionarios que son investigados por supuesta recepción de sobornos para dividir distintos contratos de obras públicas y de conservación vial.
El del cemento chino, por su parte, involucró a políticos y empresarios que al parecer se asociaron para la modificación del reglamento que impedía la importación de cemento y facilitar créditos con débiles garantías en el sistema bancario nacional para la importación de este producto.
Estos son solo algunos ejemplos de cómo la corrupción afecta negativamente a la sociedad costarricense, una sociedad que aparenta girar alrededor del dinero y no de los valores inculcados en nuestras propias familias. La falta de transparencia y de permanente rendición de cuentas son problemas que deben ser abordados con urgencia.
Las instituciones democráticas también deben desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la corrupción. Es necesario fortalecer los mecanismos de control interno y externo y la transparencia en la gestión de los recursos públicos. Solo así se podrá garantizar que los actos de corrupción no queden impunes y que se respete la ley.
Es crucial tener un gobierno abierto que rinda cuentas a la población. Esto significa que los líderes políticos deben ser honestos y francos sobre sus acciones y decisiones, y estar dispuestos a enfrentar las consecuencias de sus errores. También significa que las instituciones gubernamentales deben estar diseñadas para prevenir la corrupción y la falta de transparencia, y deben tomar medidas para hacer cumplir la ley y sancionar a aquellos que violen las normas.
Costa Rica es el país más democrático de Centroamérica y el Caribe y una de las 24 democracias plenas, según el índice de democracia 2022 que emite el prestigioso medio británico The Economist, lo cual crea aún más preocupación, dado que pareciera que no estamos siendo consecuentes con los valores por los cuales el país dice regirse.
Creo que es hora de que se produzca un cambio real en la política de Costa Rica. Debemos trabajar juntos para asegurar que las instituciones y líderes políticos estén a la altura de las expectativas de la población.
Como jóvenes, debemos aportar nuestro esfuerzo y contribuir a que tengamos una Costa Rica más transparente, más eficiente, más equitativa, que combata la impunidad, para asegurar un futuro mejor para todos.
El autor es estudiante de secundaria.