El machismo en Costa Rica tiene un profundo arraigo, con implicaciones nefastas para la convivencia en sociedad. Cada día es más frecuentes la violencia de género producto de este cáncer social, y aunque existen leyes que penalizan dichos actos, son muy pocos los perpetradores castigados.
¿Qué legitima en pleno siglo XXI ideas tan rudimentarias y enemigas del progreso para que puedan seguir teniendo vigencia? ¿Quién enseña a la gente que por ser hombre, mujer o no querer definir su género según ciertos estándares sociales debe comportarse de cierta forma (que en muchas ocasiones es discriminada y, a la vez, debe discriminar) y asumir un determinado rol que podría ser autodestructivo?
El problema proviene de todo un proceso de precarización cultural, que se sostiene gracias a ideas tan tremendamente erradas, como que las muchachas de colegio pueden tener el pelo largo, mientras que los hombres, sin importar qué tan bien recogido lo lleven, deben cortárselo o se exponen a sanciones de la institución. Algo tan simple como el largo del cabello demuestra lo prejuiciosa que es nuestra sociedad en materia de género. Actos como este introducen a la fuerza ideas erradas sobre modelos conductuales absurdos en la cabeza de niños y jóvenes, como tumores malignos que les impiden el pleno desarrollo como personas.
En muchos colegios técnicos abundan ideas como que carreras del ámbito de la mecánica son solo para hombres o, en su defecto, de mujeres “hombrunas”, cuando en este país hay centenares de mujeres que se desenvuelven en ellas y las disfrutan en gran medida.
También existe la creencia errada que establece que las carreras asociadas a secretaría, corte y confección, diseño publicitario, estética, así como muchas otras, son de mujeres o de hombres afeminados. Estos conceptos son realmente desastrosos.
Si ni siquiera en los colegios podemos exterminar los micromachismos mediante la educación formal, ¿cómo pensamos erradicarlos del resto de la sociedad?
Incluso en las universidades más prestigiosas de nuestro país profesores de Ingeniería y Derecho tratan mal, por cuestiones de género, a las escasas estudiantes que llegan a niveles avanzados en estas carreras.
Si queremos avanzar hacia una sociedad más justa y menos violenta en materia de género, urge acabar con los micromachismos, como el prejuicio de pensar que el pelo largo es solo para mujeres o que los hombres que lo tienen de esa forma se ven mal o desaliñados. Es hora de que el género de una persona deje de ser la condición que defina cómo será su experiencia al convivir en sociedad.
Acabemos desde el hogar y los centros educativos con estas ideas destructivas, que carecen de bases y carcomen nuestro entorno. Nosotros tenemos la cura para este cáncer: es educar de forma inclusiva y libre de prejuicios para el pleno disfrute de las libertades personales, en un marco de respeto hacia las ideas de felicidad de los otros.
Melissa Azofeifa y César Castro son estudiantes del Colegio Técnico Profesional de Calle Blancos y de la carrera de Biología de la Universidad de Costa Rica, respectivamente.