Tres recientes noticias hacen necesario abordar con base en la evidencia los aportes de las poblaciones que se ven obligadas a desplazarse de sus países por conflictos o persecución política (refugiados) o de personas que fijan su residencia en otro (inmigrantes).
La primera es el surgimiento de una alternativa populista antiinmigración en Estados Unidos, bajo la figura de Donald Trump, quien pretende deportaciones masivas y controles migratorios desproporcionados.
El aún candidato presidencial alega que quienes cruzan la frontera para residir en ese país son mayoritariamente narcotraficantes y violadores, personas que roban empleos a la población local.
La segunda noticia, la crisis de los refugiados en Europa, ha evidenciado sentimientos contrarios en naciones desarrolladas como Alemania, Dinamarca, Francia y Austria, acerca del aporte de esas personas a sus países.
El rechazo de algunos sectores conservadores a recibir refugiados se fundamenta en el supuesto aumento de la criminalidad, el congestionamiento en los servicios públicos, las amenazas culturales y religiosas y un incremento del desempleo para las poblaciones locales.
La tercera noticia, consecuencia de la segunda, es la lamentable negativa del presidente Solís ( La Nación , 22/9/2015) a recibir refugiados sirios, convirtiéndonos en una de las pocas naciones occidentales en no expresar apoyo tangible a la crisis en el Medio Oriente y el norte de África.
Teoría económica. Los flujos de personas son beneficiosos para el país de salida, el país receptor y el inmigrante.
En el marco del modelo Heckscher-Ohlin del comercio internacional, el teorema Rybczynski plantea la forma en que un aumento de la dotación de empleados producto de la migración aumenta, inevitablemente, la frontera de posibilidades de producción, lo cual incrementa la provisión de servicios en industrias intensivas en el factor trabajo.
En castellano: más inmigrantes significa mayor actividad económica, más crecimiento y mayor oferta de servicios para la población de residencia. Esto sin necesariamente una pérdida de empleo para los trabajadores locales.
Es cierto que la teoría económica pocas veces se concreta de manera indiscutible en la realidad. Aun así, la evidencia acumulada en diversos estudios por Lewis, Card, Michaels y Krugman indica que los inmigrantes generalmente se movilizan hacia donde hay escasez de trabajadores dispuestos a suplir las necesidades insatisfechas del mercado.
Temores infundados. Uno de los mitos más comunes es la creencia de que los inmigrantes aumentan la criminalidad.
Tal afirmación ha sido analizada extensivamente, y la evidencia indica que las poblaciones inmigrantes, indistintamente de su nación de origen, cometen menos crímenes que la población a donde llegan.
El Immigration Policy Center (2007) de Estados Unidos y Robert Sampson, sociólogo de la Universidad de Harvard, tras analizar datos durante 26 años, concluyeron que los flujos migratorios a ese país más bien contribuyeron a disminuir el crimen.
De igual manera, el Public Policy Institute of California (2008) concluyó que en ese estado, si bien el 35% de la población local nació fuera de Estados Unidos, constituye apenas un 17% de la población carcelaria.
La misma dinámica se experimenta en Costa Rica. El Instituto de Investigaciones Sociales de la UCR ha analizado ampliamente el tema, y la conclusión es que es falso que la población nicaragüense contribuya a aumentar la criminalidad en el país. Aunque nos duela aceptarlo, nuestros criminales son mayoritariamente ticos.
Otra noción errada es que los flujos migratorios contribuyen al estancamiento de los servicios públicos, particularmente de la seguridad social.
Lo contrario es cierto. Los estudios mencionados anteriormente, así como el análisis de la Agencia Federal del Seguro Social de Estados Unidos (SSA) concluyeron que los inmigrantes aportan dinero al sistema, generalmente sin ninguna intención de recolectarlos, por miedo a la deportación.
Es decir, aportan dinero al sistema como cualquier local, pero utilizan menos los servicios. Desde el punto de vista de costo-beneficio, esto significa más oportunidades de financiamiento y atención para la población en general.
Esto es cierto también para Costa Rica. Según un estudio del Centro Centroamericano de Población (2008), los inmigrantes contribuyen activamente al sistema de salud de manera que cubre los costos de su propia atención.
Finalmente, frecuentemente se alega una amenaza cultural por parte de los inmigrantes y refugiados, que no se sostiene ante la realidad.
Por ejemplo, en un caso extremo, aun si Europa recibiera la totalidad de refugiados sirios, su población musulmana aumentaría apenas del 4% al 5%. Un cambio evidentemente menor.
Lo mismo ha sido cierto en los Estados Unidos y en Centroamérica, donde las diferencias culturales más bien han enriquecido la experiencia humana y han promovido una diversidad beneficiosa para la salud y el estilo de vida, como ha sido corroborado en numerosos estudios de Credit Suisse, Standard and Poor’s, NBER, la revista Scientific American y otros.
Fronteras imaginarias. En conclusión, la migración es beneficiosa y no debemos temerle. Durante siglos ha sido el motor del desarrollo, la creatividad, la expansión cultural, la reactivación económica y el avance científico.
Los inmigrantes suelen ser más emprendedores y abrir más negocios que la población local, tienen más hijos y por lo tanto aportan más a la producción, se educan más y desarrollan un especial sentido de pertenencia hacia el territorio que les abrió las puertas.
El primer mundo debe enfrentar las oleadas populistas que, sin base en la evidencia, promueven el temor al cambio demográfico, desean encerrarse en fronteras imaginarias y perder una gran oportunidad de hacer lo correcto.
Por tanto, el presidente Solís ha sido mal asesorado, y debe considerar los potenciales beneficios de recibir una población desesperada por un hogar donde vivir y producir en paz.
En el pasado hemos estado del lado equivocado de la historia, no debemos volver a cometer el mismo error.
Alfonso J. Rojas Álvarez es máster en Políticas Públicas.l