El próximo 6 de mayo comienza el nuevo gobierno alemán, gracias a una coalición de las agrupaciones Unión Demócrata Cristiana, Unión Social Cristiana y Partido Socialdemócrata de Alemania, los que, coaligados por sexta ocasión desde 1949, negociaron por seis semanas bajo fuertes y múltiples presiones y finalmente lograron un contrato político titulado Responsabilidad para Alemania.
Sobre ese acuerdo comento brevemente la sección 2.4, dedicada a “Educación, Investigación e Innovación”, la cual señala en su inicio el derecho de niños y jóvenes de desarrollar toda su capacidad, sin importar su origen geográfico.
Esa apertura global se reitera con la afirmación: “Mantenemos a Alemania como un destino atractivo y refugio seguro de libertad científica, en tiempos de polarización global, para investigadores de todo el mundo”.
Lo anterior deriva en el Programa de 1.000 cabezas, que captaría talento foráneo. Esta internacionalización lleva a acrecentar los recursos del Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD), de las fundaciones Humboldt, Max Weber y del programa Erasmus +. Consecuentemente, se facilitará el otorgamiento de visas dirigidas a científicos y estudiantes.
Es claro que la educación, investigación e innovación son elementos esenciales de la primera economía europea y la tercera a nivel mundial, con un decidido apoyo a la ciencia como actividad universal sobre fronteras, credos y razas. Se trata de una posición ejemplar en la actual, turbulenta e incierta época, algo que llena de esperanza, motivación e inspiración.
El refuerzo decidido a las actividades científicas obliga a un notable incremento financiero en los proyectos de investigación y las becas, lo cual se hará acompañar de cambios legislativos y reglamentarios en terapias como la celular y genética, entre otras.
Está previsto mejorar las condiciones de trabajo de investigadores, profesores y estudiantado. Esto lleva a modernizar toda la infraestructura universitaria, incluyendo comedores y cafeterías. Dicho empuje incluiría también a instancias de investigación no universitarias, como las sociedades Max-Planck y Fraunhofer, así como las asociaciones Helmholtz y Leibniz. Asimismo, la Fundación Alemana de Investigación (DFG) tendrá un aumento en sus fondos del 30%.
También fue definida una High Tech Agenda, con la participación de instancias universitarias –o no–, industria y startups en tecnologías claves como inteligencia artificial, tecnología cuántica, microelectrónica, biotecnología, movilidad neutro-climática y generación de energía neutro-climática y de fusión. La meta en biotecnología dice: “Promoveremos el desarrollo de nuevos fármacos y terapias a través de ciencias de la vida, biología molecular e investigación farmacéutica, así como en agricultura, investigación en ciencias de la nutrición y biodiversidad. Estamos creando un biobanco nacional como base para la medicina preventiva, de precisión y personalizada”.
Igualmente, se han determinado campos estratégicos de investigación en salud, océanos, humanidades y ciencias sociales, seguridad y defensa. Habrá promoción del emprendimiento en las instituciones dedicadas a investigar, especialmente las clasificadas como Deep Tech y de biotecnología. Una meta muy relevante es alcanzar el 3,5% del PIB (3,1 % en 2023) dedicado a investigación y desarrollo.
Crucial en estos tiempos de la posverdad es instaurar una fundación independiente de comunicación y periodismo científico. Porque otro objetivo es proteger la investigación y a sus actores de la creciente y dañina desinformación.
¿Podrá Costa Rica beneficiarse de esta coyuntura? La respuesta es sí y no. Lo esencial es el reconocimiento de las actuales autoridades gubernamentales a las universidades públicas como la conexión adecuada del plan germano en ciencia, tecnología e innovación.
Asimismo, son requeridos cambios urgentes. Y cito algunos a modo de pregunta: ¿Cómo puede ser creíble un socio si la ciencia y tecnología se reduce a tecnologías de información, si los insumos tardan un año o más en llegar a los laboratorios, si los montos de investigación son exiguos y difíciles de ejecutar, si los académicos tienen cero o muy pocas horas para investigar, si deben dedicarse en forma significativa a trámites administrativos, o si los permisos para colectar muestras biológicas tardan 330 días en otorgarse?
¡Ojalá aprovechemos esta excelente posibilidad!
mirojas@itcr.ac.cr
Miguel Rojas Chaves es director de la Escuela de Biología del TEC.
