Luis Diego González, empresario de la Periférica, publicó el 23 de mayo en La Nación “Respuesta a Andrés Formoso”, en referencia a mi artículo “Retos del transporte público”, del 13 del mismo mes. Aprovecho para comentar algunos puntos ahí señalados ya que, entre otros, está el pago electrónico, tema de este artículo.
González es quizá el autobusero costarricense con la visión más clara sobre la importancia del transporte público que conozco. De lo conversado en algunas ocasiones, son más los puntos en común que las diferencias.
Diré sobre su artículo que no subestimo para nada a los transportistas, pero la renovación de permisos y concesiones —sin cambios— en el 2014, y que rutas, buses y condiciones del servicio han cambiado con cuentagotas en las últimas cinco o más décadas, muestran su peso político.
Por otra parte, el financiamiento millonario a un candidato presidencial en las pasadas elecciones por parte de un transportista da cuenta de la buena salud económica de algunos en el sector.
Pese a lo anterior, ningún empresario se opondrá en público a la sectorización o al pago electrónico.
Coincidencias. Dejando de lado las diferencias, concuerdo con González en la importancia del ordenamiento urbano y las modificaciones necesarias para que la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) y los planes nacionales de desarrollo y energía permitan avanzar en la sectorización, el pago electrónico, el transbordo y la intermodalidad (buses, trenes y tranvías).
Necesitamos concreción de las propuestas de la administración Alvarado Quesada y, en particular, las de la primera dama, Claudia Dobles, para que junto con los diputados hagan del pago electrónico uno de los pilares de la transformación del transporte colectivo.
El pago electrónico reducirá problemas crónicos del sector y, además, lo hace más atractivo. Coincido con González en que eliminar el efectivo (dejarlo solo para emergencias) bajará los asaltos a buses y disminuirá muchas enfermedades.
A lo anterior, sumemos que la entrada de usuarios se agilizará, pues será solo acercar una tarjeta o teléfono a un lector. Con ello se mejora la relación tiempo/movimiento.
El ahorro de combustible, menos gases tóxicos y tiempos más cortos de desplazamiento son externalidades positivas de abordar más rápido. Esto hace más eficiente al concesionario: con menos combustible hará el mismo trabajo y obtendrá más ganancia. Además, sus costos de mantenimiento bajarán.
Trazabilidad. El control público del número de pasajeros, sus pagos y el movimiento del dinero le dará un carácter más formal a la actividad y arrojaría luz sobre sus datos.
El politólogo Roberto Cruz Romero señala en “Apuntes sobre el pago electrónico para transporte público”, de febrero del 2017 en Contexto.cr, el convenio entre la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), el Instituto Costarricense de Ferrocarriles y el Banco Central para reducir el costo social para los usuarios de cargar billetes y monedas. El convenio sería la base para el pago electrónico con tarjetas, teléfonos o tiquetes recargables similares a las tarjetas prepago de telefonía.
En este punto coincidimos muchos, pues el intendente de transporte, Enrique Muñoz Aguilar, destaca en “Retos tecnológicos del transporte público”, en La Nación del 24 de mayo, que “el 75 % de la población podría pagar el transporte público con sus tarjetas de débito o crédito”.
Cruz Romero agrega que el Sistema Nacional de Pagos Electrónicos (Sinpe) del Banco Central, que articula las transacciones interbancarias, serviría como medio de pago junto con el sistema bancario nacional. Destaca que, “tanto la Aresep como el MOPT tendrán control cercano sobre los concesionarios, pues la cifras de pasajeros y viajes estarían disponibles digitalmente”.
Con estos datos, el MOPT y la Aresep podrían velar por que los horarios se ajusten a las necesidades reales.
El pago electrónico debe permitir tarifas diferenciadas. No pagarán igual estudiantes o personas mayores de 65 años (deben pagar, pero con subsidio), que el resto de los pasajeros. Hacerlo por adelantado debe costar menos que al abordar. Entre más largo el período desembolsado por adelantado, mayor será el descuento.
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El prepago puede ser por cantidad de viajes (cupón) o por períodos, sin importar el número de abordajes en uno o varios días, una semana, mes o semestre. Con ello, el concesionario accede por adelantado al dinero, por lo cual tendrá efectivo para invertir o atender obligaciones antes de dar el servicio sin recurrir a bancos, ni pagar intereses por esa plata.
No es cierto que el cobro electrónico encarezca el servicio. Su valor se compensa con el pago adelantado, el ahorro en combustible, mantenimiento, tiempo de espera y agilidad de movimiento de los pasajeros. Cuando se calcule el “costo”, se deben tomar en cuenta estos puntos. Nos conviene a todos.
El autor es periodista.