En las ciencias médicas, la investigación biomédica es el único mecanismo mediante el cual, en forma ordenada y ética, son posibles los avances en el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades prevalentes y de incidencia baja conocidas como “enfermedades huérfanas”.
El Diccionario de la Real Academia Española define investigar como “el acto de hacer diligencias para descubrir una cosa” y, en la investigación biomédica, estas diligencias deben ser realizadas por personas con un alto grado de entrenamiento y siguiendo un esquema diagnóstico y terapéutico establecido desde hace varias décadas, pero todavía ignorado por muchas personas.
A lo largo de las décadas, la investigación biomédica se desarrolló con excelentes resultados en Costa Rica. La cantidad de estudios clínicos eran significativos para el tamaño de la población, lo cual ofrecía a los pacientes el acceso a terapias de avanzada y colocaba a Costa Rica dentro de un grupo de países con una gran producción científica.
Estos programas son guiados por diversos lineamientos, incluida la Declaración de Helsinki, que garantiza el respeto, en todo momento, a los más elementales derechos humanos, éticos, científicos y morales.
Los estudios son revisados por comités éticos científicos, conformados por gente de gran respeto y experta en diversas áreas, quienes, siguiendo los principios mencionados, analizan en forma detallada cada protocolo, lo discuten con los investigadores y autorizan o prohíben su ejecución.
La participación de pacientes en estos programas es voluntaria e incluye la presentación, discusión y firma de un documento conocido como consentimiento informado, pieza fundamental que explica con detalle los procedimientos diagnósticos y terapéuticos que el estudio requiere, ofrece al paciente una línea directa con el comité ético-científico para cualquier queja y aclara que se puede retirar del proyecto en cualquier momento. El investigador le entrega una copia para que este se lo lleve a la casa y lo discuta con su familia o médico de cabecera.
La gran mayoría de los estudios de investigación que se desarrollaron en Costa Rica en la década de los noventa y principios de este siglo formaban parte de estudios que al mismo tiempo se llevaban a cabo en todo el mundo.
Una característica de los estudios multicéntricos es que, con pequeñas salvedades, el diseño es el mismo en todos los centros participantes, por lo que un participante en Costa Rica recibirá el mismo tratamiento que uno en el mismo estudio en Europa o Estados Unidos.
Como es conocido, los estudios de investigación biomédica siguen esquemas o fases bien establecidas, según las cuales todo proyecto se inicia en el laboratorio y, si los resultados son favorables, continúan en seres humanos.
Los estudios en fase 1 se caracterizan porque es la primera vez que un ser humano recibe determinado tratamiento y en este estadio la seguridad del paciente es lo principal. Generalmente, el número de participantes es limitado.
Luego sigue la fase 2, en la cual se obtienen más datos de seguridad y comienza a ajustarse la dosis del medicamento. En la fase 3, el medicamento en investigación se compara contra el mejor tratamiento disponible para la enfermedad que se está investigando, y los estudios en la fase 4 son de seguimiento, una vez que el medicamento es aprobado y está disponible en el mercado.
Durante el período del estudio, los pacientes son examinados continuamente, con una atención personalizada y siguiendo estrictamente las más altas normas éticas y científicas. Los resultados preliminares y los finales son compartidos inicialmente con el comité ético-científico y luego publicado en revistas científicas para la difusión dentro del gremio médico.
Muchos son los beneficios de estas investigaciones; sin embargo, el más tangible es el acceso oportuno a terapias novedosas que no están disponibles fuera de los proyectos de investigación con una atención personalizada de profesionales del sector sanitario con amplia experiencia en la patología que están tratando.
Todo esto, sin los costos relacionados de tener que viajar fuera de Costa Rica, brinda al paciente la posibilidad de recibir el tratamiento con su familia.
Durante muchos años, Costa Rica participó activamente en estos proyectos. Luego el país entró en el oscurantismo científico, producto de decisiones políticas que prohibieron, para efectos prácticos, la investigación biomédica sin tener en cuenta el impacto en los pacientes costarricenses.
Desgraciadamente, ha costado reincorporar a Costa Rica en la autopista de la investigación. No es sencillo formar parte de los centros de investigación que llevan a cabo grandes estudios multicéntricos. Esperemos que, por el bien de los pacientes y su derecho a terapias de avanzada, el sector de la salud costarricense recupere el tiempo perdido por decisiones políticas sin sentido.
¿Sería muy difícil que el Ministerio de Salud y la CCSS estimulen la investigación biomédica? ¿Sería utópico pensar que los políticos de turno y los que siguen consideren la opinión de los expertos cuando tomen decisiones que involucran al sector de la salud?
El autor es pediatra infectólogo.
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