En la edición del domingo anterior ( Entre Líneas, 6/9/09), el periodista Armando González resalta una de mis grandes luchas desde 1987, por la defensa de los derechos humanos en el país: la atención a las personas menores de edad en fase terminal y la posibilidad de que puedan tener una muerte digna y sin dolor.
Le agradezco sus palabras por ese reconocimiento público, el cual por muchos años lo escuché y lo sentí con gran orgullo y satisfacción por miles de inolvidables caritas de niños y niñas que requerían de ese cuidado paliativo. Sin embargo, mi trabajo en la búsqueda de una sociedad basada en el respeto de los derechos humanos no puede quedarse únicamente en la medicina o en mi reciente camino como jerarca de la Defensoría de los Habitantes. Más bien, como usted muy bien dice don Armando, el éxito obtenido en beneficio de los pacientes y mi lucha, sin miedos, por la defensa de grupos vulnerables de la sociedad, hizo que decidiera incursionar en procesos de participación ciudadana que vengan a permitir permear esa visión de derechos humanos en la política nacional, entendida esta como aquella responsabilidad que deben tener quienes gobiernen el país de que cualquier acción, programa, proyecto o política pública incluya como eje transversal a la persona, al habitante.
Defensa de la persona. Hoy más que nunca estoy convencida de que aunque se han hecho esfuerzos en ese sentido, vivimos en un intermitente ayuno en la defensa de los intereses de la población. Y es que el beneficio de la persona debe ser siempre el centro de toda política pública. No solo la de unos cuantos grupos. Esa visión de país tendría forzosamente que estar enmarcado dentro de la corriente de los derechos humanos.
Pensemos unos segundos en lo que sería diseñar una política pública con el eje transversal en derechos humanos. Entonces, el agua no sería un recurso natural que solo se vea con un fin comercial, y con facultad de comprar conciencias, sino que, ante todo, tengamos un Estado que siempre fije como prioridad su protección para garantizar el consumo humano a favor de las comunidades.
La lucha por el ambiente tiene que ir más allá de su preservación en sí mismo, sino más bien, buscar como norte el mejoramiento en la calidad de vida de las personas, incluyendo la vida de aquellos habitantes que aún no nacen.
En la Medicina he tenido la oportunidad de trabajar en esa parte de la sociedad que aún es tan vulnerable; en la Defensoría, a partir de las denuncias de los habitantes, pude lograr ampliar mi universo sobre los derechos humanos y luchar por ello. Le soy honesta, me enamoré de los derechos humanos y esa es la ideología que abrazo desde hace rato.
Hoy, he decidido emprender una nueva etapa en la lucha a favor de la población y pongo a disposición de los habitantes mi experiencia para lograr que la política tenga realmente un rostro humano; un rostro que la mayoría de los costarricenses no vemos hace mucho tiempo, con el propósito de apoyar aquellas acciones públicas que lleven esa visión integradora y humana. Entonces recuerdo a Max Jiménez: “El éxito está en no perder la fuerza de volver a empezar”.
Los niños, las niñas y adolescentes en fase terminal me enseñaron que el derecho a la salud; la accesibilidad a una salud de calidad, para todos, es un proceso dinámico, viviente, que se construye socialmente. Es un acto volitivo de todos los sectores de la sociedad y sobre todo del Estado.
Sueño, al igual que muchos costarricenses, con una Costa Rica equitativa, donde existan oportunidades de una educación pública inclusiva, un sistema de salud que piense más en la persona que en los números fríos de un presupuesto, pero, ante todo, luchar porque las instituciones ofrezcan servicios públicos oportunos y eficientes y con un eje transversal de derechos humanos. De nuevo Max Jiménez: “Más obstáculos... más salto”.
Tengo claridad meridiana de que mi meta no solo está en la Medicina, sino, también, en apoyar aquellas causas sociales que sean justas, comprometidas y dirigidas hacia al usuario, al consumidor, a la persona.
Creo en la institucionalidad democrática de Costa Rica y estoy preparada para continuar en su defensa.