Es preocupante que según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social, al 25 de julio, solo al 61,8% de la población de entre 5 y 11 años se le había administrado la segunda dosis de la vacuna contra la covid 19, es decir, un 38,2% no había sido inoculada o no había completado el esquema. Se requieren dos dosis para considerar un nivel óptimo de vacunación.
De la población de 12 a más de 100 años, solo el 57,4% recibió la tercera dosis (son necesarias las tres para considerar un nivel óptimo). Por consiguiente, al 42,6% o no se le había vacunado nunca o no había completado el esquema.
Lo anterior no solo los pone en situación de vulnerabilidad frente al virus SARS-CoV-2, sino también al resto de la población.
Es preocupante la situación señalada, ya que tanto la ministra de Salud como el presidente de la República, con su oposición a las decisiones de la Comisión Nacional de Vacunación y a la obligatoriedad de las vacunas, envían un mensaje contra la importancia de las vacunas, aunque desde antes de la década de los setenta quedó demostrada su eficacia para evitar muertes y contagios por enfermedades prevenibles inoculando a la población.
Es preocupante que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) muestre datos de casos confirmados con máximos de 2.908 y 2.720 en las semanas epidemiológicas 26 y 28 del 2022. Esto, sin dejar de mencionar que podría existir un subregistro considerable de casos, dado que hay gente que cree que es un “resfrío o gripe” y no se somete a la prueba, y otra se conforma con el test casero.
En consecuencia, no acuden a los servicios de salud ni se reporta la positividad. Aún más grave, personas contagiadas podrían no estar cumpliendo con la orden sanitaria de aislamiento y, al igual que quienes consideran que tienen gripe o la prueba casera les da positivo, podrían estar movilizándose libremente, incluso sin uso de mascarilla, con lo cual ponen en riesgo al resto de sus familias y a la población en general.
El riesgo es todavía mayor si usan el servicio público de transporte (bus, taxi, tren o plataformas) y conviven en espacios cerrados con mala ventilación, donde la mayoría de las personas no usan mascarilla, porque el gobierno derogó la obligatoriedad, obviando un informe dirigido a la ministra de Salud, donde se le indica que una persona contagiada que no utiliza la mascarilla puede transmitir el virus a una sana, que tampoco la usa, en 15 minutos; a una que utiliza mascarilla de tela, en 20 minutos; a una que utiliza mascarilla quirúrgica, en 30 minutos; y a la que usa mascarilla FFP2 o KN95, en 2,5 horas.
En contraste, si la persona contagiada usa mascarilla, los tiempos de transmisión a otra sin mascarilla varía a 2,5 horas; con mascarilla de tela, a 3,3 horas; con mascarilla quirúrgica, a 5 horas; y con mascarilla FFP2 o KN95, a 25 horas.
Es preocupante que se presentaran los picos más altos de hospitalizaciones en la CCSS en las semanas epidemiológicas 27 y 28 del 2022. Es preocupante que en la semana epidemiológica 29 murieran en la CCSS 50. Es preocupante que el total de camas ocupadas en las unidades de cuidados intensivos de la CCSS se incrementó a partir del 14 de julio (56 pacientes), con máximos de 73 pacientes tanto el 17 como el 25 de julio.
Es preocupante que el 14 y el 22 de julio se encontraban internadas en camas de salón 329 y 325 personas, y el 30 de julio un total de 289, sin descender a las 280 del 7 de julio.
Es preocupante que en las semanas epidemiológicas 28 y 31, la ocupación hospitalaria máxima por covid leve tendió al 78 y el 76%; la moderada, al 84%, tanto en la semana epidemiológica 28 como en la 29, y la especializada, al 50% en la semana epidemiológica 29.
En las UCI para pacientes severos, la tendencia ha sido al 70%, tanto en la semana epidemiológica 30 como en la 31, y en las UCI para enfermos críticos, al 50% en la semana epidemiológica 27 y al 49% en la semana epidemiológica 31 (que comenzó el 31 de julio).
Es preocupante que tanto la ministra de Salud como el presidente de la República no comprendan el impacto social y económico de la situación actual señalada, no solo en términos de fallecidos y contagiados, sino también en lo referente a las repercusiones en la economía nacional, por ejemplo, en cuanto a pérdidas de años de vida laborables, días y semanas de trabajo productivo e incapacidades que afectan las finanzas de la CCSS, al patrono, a la persona y a las familias.
Como si lo anterior no fuera suficiente, hay un aumento en la cantidad de consultas especializadas posinfección (rehabilitación y neumología, entre otras) y de recursos requeridos para el diagnóstico, el tratamiento y la rehabilitación, que impactan en el presupuesto de la CCSS y la cotización solidaria de la población asegurada.
La autora es médica cirujana, especialista en salud pública con énfasis en epidemiología.
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