En varias ocasiones, los resultados electorales de las provincias costeras han sido decisivos para elegir al presidente de la República, pero estos, una vez en el poder, poco hicieron para resolver los múltiples problemas de dichas comunidades, lo cual generó el desencanto y el enojo de sus habitantes, sentimientos que tienen su expresión en el elevado abstencionismo que se registra desde hace muchos años en esas circunscripciones territoriales.
Los resultados de las elecciones del 4 de febrero indican que los habitantes de las provincias costeras favorecieron abrumadoramente a Fabricio Alvarado, candidato presidencial del Partido Restauración Nacional (PRN). Se puede decir que fue un “voto esperanza”, un voto con la ilusión de que les ayude como otros no lo hicieron.
Por otra parte, el contundente rechazo de los electores de Guanacaste, Puntarenas y Limón al Partido Acción Ciudadana (PAC) —que no logró elegir un solo diputado en las tres provincias— y a su candidato a la presidencia, Carlos Alvarado, puede considerarse como un “voto castigo”, una manifestación de protesta por el mal desempeño del actual gobierno, por el incumplimiento de las promesas formuladas en el 2014.
Cualquiera que sea el vencedor el próximo 1.° de abril tiene la obligación de asumir un compromiso con esas provincias. El primero de ellos, por la esperanza depositada en él, y el segundo, para honrar la deuda reclamada a su partido en las urnas.
Las desigualdades existentes entre las diversas regiones del país son una injusta realidad, producto de una ancestral política de concentración del desarrollo en el Valle Central, en detrimento de las provincias periféricas.
La realidad. Los promedios nacionales de los indicadores socioeconómicos disimulan la calamitosa situación que viven los habitantes de regiones afectadas por la postración económica de sus comunidades y por los flagelos sociales del desempleo de sus adultos, de la prostitución y drogadicción de sus jóvenes y de la desnutrición de sus niños.
Cuando esos indicadores se disgregan, los resultados revelan la disparidad entre el desarrollo de la zona central y el resto del país, principalmente de las costas, y muestra lo injusto de un esquema de desarrollo que no ha sido equitativo con todos sus territorios y todos sus habitantes.
Tantos años de abandono gubernamental han acumulado en estas provincias una problemática que, aunque es difícil de superar a corto plazo, es necesario atenderla con urgencia.
Se requiere, entonces, una nueva visión sobre el desarrollo del país: inclusivo, integrador, más solidario, favorecedor de todas las regiones sin excluir ni una sola porción del territorio nacional.
Prioridad. El nuevo inquilino de la Casa Presidencial a partir del 8 de mayo debe asumir el reto de darle prioridad a la desigualdad del desarrollo regional.
Deberá impulsar un estrategia para reducir la brecha existente y poner en ejecución un plan integral que involucre a las diferentes instancias públicas que tienen responsabilidades en el desarrollo de las provincias costeras, con el objetivo de potenciar, con acciones a corto, mediano y largo plazo, las alternativas que ofrecen esas zonas y la gente que en ellas vive.
Ese plan debe contemplar proyectos concretos para dirigir mayor inversión pública hacia esas provincias, así como acciones que estimulen las inversiones privadas, de manera tal que se dinamicen sus deprimidas economías y disminuya la alta tasa de desempleo y el abrumador nivel de pobreza que agobia a sus moradores.
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Para garantizar el éxito de un plan como el que se propone, es imprescindible que la persona designada para conducirlo tenga el liderazgo político y el poder suficiente para que su labor sea eficiente, un funcionario con la jerarquía adecuada para interactuar, de igual a igual, con ministros, presidentes ejecutivos y otros altos empleados del Estado.
El próximo mandatario tiene la obligación y el deber moral de darle prioridad a la atención de la problemática del desarrollo de Guanacaste, Puntarenas y Limón. Ojalá la sugerencia que aquí formulo contribuya a ese objetivo.
El autor es exembajador.