En el vasto océano del mundo empresarial, pequeñas y medianas empresas se encuentran solas en su viaje por un mar oscuro, de aguas profundas, contra el viento y, a veces, enfrentando olas enormes y tormentas inesperadas.
Muchas llegan a destinos desconocidos, no planificados; otras naufragan y dejan atrás muchos años de visión, esfuerzo y recursos económicos.
A menudo, estamos tan inmersos en la rutina que no sacamos tiempo para observar la ruta, el viento y la marea que nos rodea. Seguimos adelante en nuestras barcas, sorteando olas y luchando por sobrevivir, sin soltar el timón.
A medida que pasa el tiempo, los desafíos empresariales suelen volverse más complejos y difíciles de superar. Es como si tuviéramos que ajustar las velas, revisar el timón y dar mantenimiento a nuestro barco para seguir avanzando. Con un capital limitado, plazos de venta de 60 o 90 días y la presión de impuestos mensuales, a veces pasamos meses con balances negativos.
Si bien algunas pymes son relativamente nuevas, con solo dos o tres años de existencia, otras han estado en este viaje durante décadas. A pesar de los años de experiencia, continúan navegando solas.
Aunque la asociación ofrece rutas más prometedoras, a menudo nos desaniman los obstáculos que aparecen en el camino.
1. Percepción de competencia directa. Existe temor a que al unirse con empresas similares se expongan a la competencia directa, una mentalidad que dificulta la formación de alianzas y debilita la fuerza colectiva.
2. Falta de conciencia. En muchos casos, las pymes desconocemos los beneficios potenciales de las asociaciones. A menudo, no estamos al tanto de las oportunidades de crecimiento, influencia y protección que surgen al trabajar juntas para alcanzar objetivos comunes. La falta de información y comprensión sobre el valor de la unión es un obstáculo significativo.
3. Recursos limitados. Las pymes estamos tan ocupadas luchando día tras día para mantener el negocio a flote que invertir tiempo y recursos en asociaciones se percibe como un lujo que no todas pueden permitirse en un entorno donde la eficiencia y la supervivencia son las principales preocupaciones.
4. Falta de tiempo. En un ambiente en que la agilidad y la adaptación son esenciales, dedicar tiempo adicional para reuniones y coordinación parece una carga extra.
Sin embargo, los beneficios de una asociación son muchos, pero citaré solo tres:
1. Al unirse, las pymes adquieren una voz colectiva poderosa. Esta unión provee la posibilidad de ejercer influencia en las decisiones políticas y económicas que nos afectan directamente. Juntas es posible garantizar que nuestras necesidades y preocupaciones sean escuchadas y atendidas.
2. La colaboración no solo es una oportunidad para unir fuerzas, sino también para compartir conocimientos. Podríamos intercambiar experiencias y aprender unas de otras, lo cual es especialmente valioso para superar desafíos comunes y poner en práctica acciones que impulsen nuestro crecimiento.
3. La unión nos otorga una posición más sólida en la negociación. Al presentarnos como una fuerza colectiva, podríamos obtener condiciones más favorables en las negociaciones con proveedores, instituciones financieras y otros actores en la cadena de valor, o acceder a recursos y términos que de otra manera serían difíciles de obtener individualmente.
En el mundo empresarial lleno de oportunidades y desafíos, las pymes no debemos quedarnos rezagadas debido a la falta de colaboración. Es hora de considerar seriamente la posibilidad de trabajar juntas y descubrir el poder de la unión.
El viaje de una pyme no debería ser solitario ni estar lleno de obstáculos insuperables. Es momento de que nos unamos, compartamos y naveguemos juntas.
La autora es empresaria.