NUEVA YORK – La Unión Europea necesita asumir la responsabilidad por la falta de una política de asilo común, lo que hizo que la creciente llegada de refugiados de este año dejara de ser un problema manejable para convertirse en una nueva crisis política.
Cada Estado miembro se ha centrado de manera egoísta en sus propios intereses y ha actuado muchas veces en contra de los de los demás.
Esto precipitó el pánico entre los refugiados, el público en general y las autoridades responsables de la ley y el orden. Quienes buscan asilo han sido las principales víctimas.
La UE necesita un plan integral para responder a la crisis, un plan que reafirme la gobernanza de los flujos de refugiados para que ocurran de una manera segura y ordenada y a un ritmo que refleje la capacidad de Europa de absorberlos.
Para ser integral, el plan tiene que extenderse más allá de las fronteras de Europa. Es menos disruptivo y mucho menos costoso mantener a los potenciales refugiados en su ubicación actual, o cerca.
Como el origen de la crisis actual es Siria, el destino de su población tiene que ser la principal prioridad, pero no debe olvidarse a otros refugiados y tampoco a los migrantes.
De la misma manera, un plan europeo debe estar acompañado por una respuesta global, bajo la autoridad de las Naciones Unidas, y debe involucrar a sus Estados miembros.
Esto distribuiría la carga de la crisis siria entre un número mayor de países y establecería al mismo tiempo patrones globales para lidiar con los problemas de una migración forzada en términos más generales.
He aquí los seis componentes de un plan integral.
Primero, la UE tiene que aceptar por lo menos un millón de refugiados cada año en un futuro previsible. Y, para hacerlo, debe compartir la carga de manera justa –un principio que finalmente una mayoría calificada estableció en la cumbre del miércoles pasado–.
Un financiamiento adecuado es fundamental. La UE debería ofrecer 15.000 euros ($16.800) anuales por cada refugiado durante los dos primeros años para ayudar a cubrir vivienda, atención médica y costos educativos –y para que a los Estados miembro les resulte más atractivo aceptar a los refugiados–.
Puede recaudar estos fondos emitiendo bonos a largo plazo mediante su capacidad de endeudamiento AAA esencialmente sin utilizar. Esto tendría el beneficio adicional de ofrecer un estímulo fiscal justificado a la economía europea.
Igualmente importante es permitirles tanto a los Estados como a los refugiados expresar sus preferencias, ejerciendo la menor coerción posible. Ubicar a los refugiados donde ellos quieran ir –y donde sean queridos– es una condición sine qua non del éxito.
Segundo, la UE debe liderar el esfuerzo global para ofrecer un financiamiento adecuado al Líbano, Jordania y Turquía para sustentar a los cuatro millones de refugiados que actualmente viven en esos países.
Hasta ahora, solo se recaudó una porción del financiamiento necesario aun para una atención médica básica. Si se incluyen educación, capacitación y otras necesidades esenciales, los costos anuales ascienden por lo menos a 5.000 euros por refugiado, o 20.000 millones de euros.
La ayuda de la UE a Turquía, si bien se duplicó la semana pasada, sigue representando apenas 1.000 millones de euros.
Por otra parte, la UE también debería ayudar a crear zonas económicas especiales con una condición comercial preferencial en la región, incluidos Túnez y Marruecos, para atraer inversión y generar empleos tanto para los residentes locales como para los refugiados.
La UE tendría que asumir un compromiso anual con los países de primera línea por lo menos de 8.000 a 10.000 millones de euros. El saldo debería ser aportado por Estados Unidos y el resto del mundo. Esto podría sumarse a la cantidad de bonos a largo plazo emitidos para sustentar a los refugiados en Europa.
Tercero, la UE debe establecer de inmediato una única agencia de asilo y migración y, llegado el caso, una única guardia fronteriza. El actual rejunte de 28 sistemas de asilo diferentes no funciona: es costoso, ineficiente y produce resultados ampliamente inconsistentes a la hora de determinar quién califica para obtener asilo.
La nueva agencia reestructuraría gradualmente los procedimientos y desarrollaría una política de regreso eficaz y respetuosa de los derechos para los refugiados que no califican para el asilo.
Cuarto, deben establecerse canales seguros para los refugiados, empezando por llevarlos de Grecia e Italia a sus países de destino. Esto es muy urgente si se quiere aliviar el pánico.
El próximo paso lógico es extender los canales seguros a la región de primera línea, para reducir así la cantidad de personas que hacen el peligroso cruce del Mediterráneo.
Si los refugiados cuentan con una posibilidad razonable de llegar a Europa, tienen muchas más probabilidades de quedarse donde están. Esto requerirá negociar con los países de primera línea, en cooperación con la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, para establecer allí centros de procesamiento, siendo Turquía la prioridad.
Los acuerdos operacionales y financieros desarrollados por la UE deberían utilizarse para establecer estándares globales para el trato de los refugiados y los migrantes. Esta es la quinta pieza del plan integral.
Finalmente, para absorber e integrar a más de un millón de refugiados y migrantes al año, la UE necesita movilizar al sector privado –las ONG, grupos de la Iglesia y empresarios– para que actúen como patrocinadores. Esto exigirá no solo un financiamiento suficiente, sino también la capacidad humana y tecnológica para asociar a los refugiados con los patrocinadores.
El éxodo de Siria, un país azotado por la guerra, nunca debería haberse convertido en una crisis. Era algo que se venía gestando desde hacía mucho tiempo, era fácil de prever y eminentemente manejable por Europa y la comunidad internacional.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ahora también ha desarrollado un plan de seis puntos para encarar la crisis. Pero su plan, que subordina los derechos humanos de los refugiados y los migrantes a la seguridad de las fronteras, amenaza con dividir y destruir a la UE al renunciar a los valores sobre los cuales fue fundada y al violar las leyes que supuestamente la gobiernan.
La UE debe responder con una política de asilo genuinamente europea que ponga fin al pánico y al innecesario sufrimiento humano.
George Soros es presidente de Soros Fund Management y de Open Society Foundations. © Project Syndicate 1995–2015