En la era actual, optar por no formarse profesionalmente es una decisión que no podemos permitirnos. En un mundo donde el conocimiento es poder, la profesión es nuestro futuro y la tecnología es una aliada que facilita el acceso a recursos educativos de alta calidad, las personas pueden estudiar independientemente de su ubicación geográfica y su agenda.
La educación, en sus diversas modalidades, además de abrirnos puertas a nuevas posibilidades, nos prepara para enfrentar los desafíos del futuro con confianza y habilidad.
De las pruebas más difíciles nacen las oportunidades más valiosas. Según un informe de la Unesco, la pandemia aceleró un cambio radical en la educación superior. En el 2020, más del 90 % de las instituciones educativas en el mundo tuvieron que adaptarse a modalidades virtuales y, aunque la emergencia sanitaria ha disminuido, esta transformación dejó una huella indeleble. Hoy, los estudiantes tienen la opción de elegir entre clases presenciales, virtuales o híbridas, una decisión que, según un estudio de la Universidad de Harvard, influirá significativamente en su futuro profesional.
Las clases presenciales ofrecen un entorno controlado, fomentan la interacción directa y fortalecen las habilidades sociales. Estas características son fundamentales para aquellos que valoran la experiencia universitaria en su sentido más clásico. Sin embargo, las modalidades virtuales han emergido como una alternativa poderosa: brindan flexibilidad horaria, reducen costos y posibilitan la creación de una red de contactos global. Además, las nuevas tecnologías han democratizado el conocimiento y más personas tienen al alcance la educación superior desde cualquier lugar del mundo.
La modalidad híbrida, por su parte, combina lo mejor de ambos sistemas: el contacto humano y la interacción directa de las clases presenciales con la flexibilidad y accesibilidad de las clases virtuales. Según datos del Instituto Internacional de Educación, en el 2023, un 47 % de los estudiantes universitarios a escala global optaron por esta modalidad.
A la hora de decidir, la balanza se inclinará más hacia un lado, de conformidad con las prioridades, las preferencias y los beneficios para el estudiante. Lo cierto es que vivimos enormes avances en las tecnologías emergentes, constantes cambios en la industria y una sociedad que cada vez nos exige más conocimiento y actualización.
Elegir la modalidad de estudio más conveniente depende de las necesidades personales, objetivos profesionales y estilo de aprendizaje. Al tomar su decisión, considere factores como su capacidad para organizarse, sus compromisos y el tipo de experiencia educativa que desea. La clave para el progreso es dejar de poner excusas y hacer de la formación una prioridad innegociable.
El autor es Director de Ciencias Básicas en la Universidad Fidélitas.
Texto producido durante un taller sobre cómo escribir un artículo de opinión, impartido a directores, subdirectores de carrera y profesores de la Universidad Fidélitas por Guiselly Mora, editora de La Nación.
